Hoy es día de reflexión, así que ahí vamos. Tal como puede pasar en una relación de pareja, por ejemplo, cuando una de las partes comete un error, se paga. Es la lógica, creo. Ahora, nos pondremos en la situación de que este error fue en desmedro de nosotras (obvio, casi siempre es así). Primero, exigimos que nos cuenten lo que en realidad pasó, saber la verdad es la base para evaluar la situación. Luego, pedimos justicia, o sea, una compensación por lo sucedido. Aquí nos ponemos brujas-brujas porque esa compensación debe ser proporcional o mayor al error cometido, cualquier otro camino no nos sirve. Cuando todo lo anterior tuvo buen puerto, o sea, la verdad nos satisfizo y la justicia nos tranquilizó, recién pensamos en el perdón y, dependiendo de la magnitud del error, finalizamos el ciclo con un trabajo de reconciliación que a veces toma tiempo y otras acaba con un buen polvo (cada uno con sus intereses).
En Chile, hace 40 años, se cometieron los más grandes errores que se pueden cometer con el ser humano, pero todavía no hay verdad y menos justicia. Entonces, ¿podemos
optar al perdón y la reconciliación? Mejor sigamos con un poco de contexto
antes de responder esa pregunta.
Hoy es día de reflexión, así que ahí vamos. Tal como puede pasar en una relación de pareja, por ejemplo, cuando una de las partes comete un error, se paga. Es la lógica, creo. Ahora, nos pondremos en la situación de que este error fue en desmedro de nosotras (obvio, casi siempre es así). Primero, exigimos que nos cuenten lo que en realidad pasó, saber la verdad es la base para evaluar la situación. Luego, pedimos justicia, o sea, una compensación por lo sucedido. Aquí nos ponemos brujas-brujas porque esa compensación debe ser proporcional o mayor al error cometido, cualquier otro camino no nos sirve. Cuando todo lo anterior tuvo buen puerto, o sea, la verdad nos satisfizo y la justicia nos tranquilizó, recién pensamos en el perdón y, dependiendo de la magnitud del error, finalizamos el ciclo con un trabajo de reconciliación que a veces toma tiempo y otras acaba con un buen polvo (cada uno con sus intereses).
En Chile, hace 40 años, se cometieron los más grandes errores que se pueden cometer con el ser humano, pero todavía no hay verdad y menos justicia. Entonces, ¿podemos
optar al perdón y la reconciliación? Mejor sigamos con un poco de contexto
antes de responder esa pregunta.
El
11 de septiembre de 1973 comenzaron los 17 años más oscuros que recuerdo en la
historia de mi país (no soy una experta, pero no es necesario serlo para urdir
esa frase). Digo oscuros porque hasta el día de hoy no se blanquean; sabemos
que a manos del General Augusto Pinochet se vulneró el gobierno, sabemos que se
tomó el poder a punta de muertes, sabemos que perdimos la democracia y sabemos
que nos extirparon de la sociedad quitándonos los derechos humanos. Sabemos con
certeza todo lo que contiene el Informe Rettig, pero hay
cosas que nadie sabe, por ejemplo dónde están los cuerpos de tantos detenidos
desaparecidos torturados y muertos, familiares de gente cercana (quizás tuyos),
compatriotas chilenos que nadie ha despedido (ritual necesario en casi todas las
culturas), seres humanos que no merecían morir bajo ningún punto de vista, y
aquí soy intolerante: ¡BAJO NINGÚN PUNTO DE VISTA!
Entonces,
si no sabemos la verdad terminante, esa verdad necesaria para hacer justicia, ¿podemos
optar al perdón y la reconciliación? Por estos días hay un equipo variopinto de personajes
pidiendo perdón por errores que ni siquiera sienten propios (queda confirmado
por otras declaraciones) so pretexto de la reconciliación, piden un perdón vacío
que no conlleva justicia. No seamos ingenuos, los dolores impuestos
arbitrariamente a muchos chilenos deben ser atendidos y sublimados ahora, no habrá
reconciliación hasta que nos hagamos responsables como sociedad –sí, todos
juntos– de este vicio maquiavélico que trae consigo el silencio y el desafuero.
Y por último, un descargo a
frases que me parecen inconducentes e infantiles. A los que preguntan “¿qué
sabes tú si ni siquiera habías nacido?”, aparte de sentirme joven-joven, les
contesto: No hace falta que me lance de un piso 25 para saber que moriré. A los
que expelen la frase “de nuevo los comunistas pegados”, les digo: No todos los
que hablan del tema son comunistas, no todos los que se apasionan están pegados,
pero sí compartimos algo, queremos verdad y justicia para ti y para todos. Y, a
los que expresan súbitamente “me tiene aburrid@ el temita”, les contesto: Es un
temón, responsable de la sociedad en la que hoy vives… esto se acabará cuando
sigamos el orden lógico, ¿no es mejor hacerse parte de la reconciliación de tu
país?
Me encanto tu post Rocio, me encanta la analogía que haces respecto a las relaciones de pareja, en un gesto tan simple, algo cotidiano y tan de mujer. Supiste expresar y comparar una situación real e histórica. Opino igual, cómo vamos a perdonar, avanzar o reconciliarnos con los hechos, si aún no sabemos la verdad, no sabemos a quién perdonar exactamente ni por qué. Lo primero que merecemos como país, es la verdad. Más aún aquellas personas que fueron tocadas por el abuso la muerte y la represión.
ResponderEliminarGracias. Espero algún día escribir sobre la verdad dicha, la justicia efectuada, el perdón expresado y la reconciliación en proceso!
EliminarNi perdón ni olvido.
ResponderEliminarUn país no puede mirar al futuro sin reconocer su pasado. Ninguna de nosotras es más feliz ahora sin haberse enfrentado a sus trancas del pasado.
Me encantó tu entrada!
Así mismo, no hay forma de crecer sin reconocer tu pasado, lo que no significa vivir de él!
EliminarGracias!!!
Creo que hay cosas que simplemente no se pueden perdonar.
ResponderEliminarPero no juzgo a nadie, eso depende del corazón de cada uno... y creo que el mio no es tan grande.
Y quizás pueda existir perdón, pero jamás olvido. Para avanzar no pudes olvidar lo que fuiste, lo que sufriste o cometerás los mismos errores una y otra vez
Pero hay una salvedad, hay que saber enfocar las culpas, la rabia contra el mundo entero no sirve de mucho. Hay que saber a quien culpar y a quien odiar, porque creo que algunos se lo tienen bien merecido.
¿A quién le pediríamos justicia? ¿Con qué quedaríamos satisfecha? Ya han pasado años, fue un periodo difícil para muchos, doloroso, e incluso terrorífico; pero, ¿qué se podría hacer? No creo que haya sido el mejor método, pero sin embargo, sin ese período no se estaría como ahora, en un país en el que somos libres de comprar algo o no, de la marca que sea, cuanto sea. Interesante tu post :) Da qué pensar.
ResponderEliminar