Después de dos días de celebraciones en Chile, donde me imaginaba a todos mis seres queridos de esas tierras compartiendo con los suyos, asando la carne, tragándose las ensaladas y las papas con mayo, bailando mucho y lamentando poco ( por ahora) los kilitos, me golpeó una pena muy grande, al no poder estar allá, aunque fuese una horita, riéndome, comiendo las mismas exquisiteces, bailando deformemente.....poder verle a los ojos a mi querido amor, quien también tiene un corazón blandito como el mío.

Extraño mi gata, extraño cómo era mi gata con mi papi, extraño tener que mirar 6 veces antes de cruzar la calle, extraño el timbre del que era mi teléfono en mi casa, extraño el sonido que hacía mi refrigerador al abrirse, extraño ver a mi nana Silvia venir cada viernes, extraño juntarme con mi amor en el metro, extraño el sonido que hacía el metro en la línea 5, extraño ver la cordillera cobijando la ciudad mientras viajaba en las líneas 5 o 4 del metro, extraño ir a mis clases de danza tribal con la Dani, extraño el sonido que hacía mi papi cuando tecleaba en el computador de su oficina, extraño planificar juntas con mis amigas que no siempre se concretaban, extraño las palomas que volaban por el supermercado...

Y la lista continua. Oh Dani, por qué tenias que tener razón? Tú me dijiste que la pena iba a llegar y así fue.

Pero ya los ojitos están secos y el corazón un poco más repuesto.

Tengo que puro ponerle wendy para que las cosas me resulten a lo Gipsy King.