Ya eran casi las 10 de la noche y la niñera se encontraba en el living de la casa, guardando el último de los juguetes de los niños en la cesta de estrellitas y corazones. El señor de las noticias hablaba muy serio sobre la huelga de los conductores de buses y la niñera se preguntaba si su novio iba a poder venir después de todo lo que habían planificado el día anterior, cuando al darse la oportunidad de tener una gran casa a solas por el fin de semana y con sólo dos bebés de un año que cuidar, ella y su amorcito decidieron aprovechar el espacio para darse una noche inolvidable.
La niñera se había cuestionado un poco si era prudente dar rienda suelta a este plan, considerando lo muy religiosa y conservadora que era la familia para la cual trabajaba. Los Rojas eran una pareja muy amable y desde el primer día le pagaban a la niñera al final de cada semana, sin falta, además de entregarle una lamina con algún pasaje de la Biblia. La niñera era creyente, pero no al nivel de ir a la iglesia ni mucho menos rezar todas las noches como lo hacían los Rojas, quienes cada tarde, al llegar a la casa después del trabajo invitaban a la niñera a quedarse un rato más y unirse al rezo familiar que se realizaba antes de tomar onces. Pero la niñera siempre se excusaba, diciendo que le tomaba hora y media llegar a su casa y que se le haría tarde. Pero la verdad es que, aunque le tomara 5 minutos llegar a su hogar, la niñera se sentía extraña frente a la insistencia de los Rojas en querer que ella rezara con ellos. Eran buenas personas pero algo le hacía sospechar a la niñera que debería mantenerse prudente frente a aquellas invitaciones. De repente empezó a vibrar su celular...
Era un mensaje de su novio diciéndole que ya estaba afuera. Con mariposas en la guata se fue despacio hacia la puerta principal. "Esta será una noche inolvidable" se decía hacia si misma. Su novio la esperaba con una rosa roja y mucho olor a desodorante. Se había incluso cortado un poco el pelo. Se veía distinto y demasiado guapo. "Pasa, con cuidado" le dijo la niñera a su novio con una gran sonrisa. Entraron al living de la mano y el señor del tiempo anunciaba fuertes lluvias para la noche pero con un brillante amanecer al día siguiente.
Se sentaron en el gran sofá y su novio de acarició la mejilla. " Te amo mi amor". Su beso empezó dulce y la niñera simplemente se perdió en sus brazos. Cuando por fín volvieron a mirarse a los ojos su novio sacó de su bolsillo un pequeño cuadrado. Los dos sonrieron.
Tiempo después, casi a las 12 de la noche, la niñera se incorporó en el sofá y poníedose de vuelta su polera le preguntó a su novio si quería algo de comer. "Si con comer te refieres a ti por supuesto" y de un brazo la jaló de vuelta a su pecho. Riéndose, la niñera volvió a sentarse y dijo " Bueno, yo iré a buscarme algo de beber". Sin embargo, a los 2 minutos, su novio la escuchó decir despacio desde la cocina "Amor, ¿ puedes venir un ratito?". Pensando que tal vez se trataba de algún juego de esos, el novio se puso los pantalones y al llegar a la cocina le preguntó a la niñera "¿Dime, necesitas que te ayude en algo?". Pero mientras decía esas palabras, el novio vio el rostro atemorizado de la niñera, quien con el dedo en la boca le señalaba que se callara. La niñera miró de reojo la escalera que se empezaba a ver desde el umbral. Muy despacio señaló el monitor de bebé ubicado al pie de la escalera y sin emitir sonido alguno moduló la palabra "escucha".
El novio se quedó muy quieto y no escuchaba nada, hasta que de pronto, con una claridad espeluznante empezó a salir desde el pequeño aparato una melodiosa voz. Era una mujer y estaba cantando en la pieza de los niños. "Caballito blaaanco, llévame de aaaquí, lleevame a tu pueblo donde yo nací". La niñera se puso pálida y su novio se dispuso a tomar sacar su celular de su bolsillo y llamar a la policía. " No, no lo hagas" le dijo la niñera entre susurros. "¿ Cómo voy a explicar que estaba contigo a esta hora?". Su novio le susurró de vuelta y le dijo que eso no importaba, que estaban en peligro. La niñera al oír eso pensó en los niños y sin pensarlo tomó una escoba y se fue corriendo a la habitación de los bebés.
Su novio la siguió, apretando la tecla de llamada de emergencia. Alcanzó a llegar junto a la niñera justo antes de que ella abriera la pieza, la agarró fuerte y le dijo "Vamos, salgamos rápido y esperemos a que llegue la policía, puede haber alguien armado". Ella le no hizo caso y mientras se seguía escuchando la melodiosa voz la niñera empujó a su novio y abrió la puerta de un solo golpe.
Salvo los bebés que se encontraban durmiendo, no había nadie. Desde el celular de su novio se escuchaba a la operadora diciendo " ¿Aló? ¿Hay alguien ahí?".
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Los Rojas sintieron mucho que la niñera tuviese que tomarse unos días para ir al doctor después del fulminante virus estomacal que la acogía desde aquella noche. La niñera pidió sus disculpas por teléfono por tener que hacer que ellos se devolvieran de su retiro espiritual tan apresuradamente ese fin de semana, pero ella ya no podía mas de dolor y tuvo que irse de emergencia al hospital. Como de costumbre le mandaron sus bendiciones y la esperanza de que se recuperara pronto. La verdad, la niñera no pensaba nunca más volver a esa casa y estaba tratando de ver de qué modo terminar su relación laboral con los Rojas. Sin embargo, esa misma tarde recibió una inesperada visita de la señora Rojas. Al parecer había quedado muy preocupada por el estado de salud de la niñera y quería cerciorarse de que estuviera bien. Su hermana había atendido el timbre, lo que le dio suficiente tiempo a la niñera para alcanzar a cerrar rápidamente las cortinas de su pieza y de ponerse un poco de talco en la cara para verse más pálida. La señora Rojas tocó su puerta y fingiendo la mejor de las voces de alguien enfermo la hizo pasar.
"¿ Cómo estás tesoro, te ves tan blanca, ¿Estás segura que los doctores te han dado los remedios necesarios'".
" Sí, me siento mucho mejor, gracias por su preocupación".
El rostro de la señora Rojas se ensombreció. La niñera nunca había visto tan triste a la señora Rojas, de hecho nunca la había recordado sin una sonrisa en su rostro.
"Para serte franca querida, he estado muy preocupada por tu súbita enfermedad. Verás, hace algunos años nosotros acabábamos de mudarnos a nuestro hogar y habíamos traído a mi madre a vivir con nosotros. Ella solía ocupar la pieza que ahora es de los niños y siempre estaba muy ilusionada con que algún día iba a poder ser abuela. Pasaba largas horas tejiendo ropita de bebé y en más de alguna ocasión se ponía a rememorar viejas canciones de cuna. Una noche, justo alrededor de estas fechas, mi mamá cayó súbitamente en cama, se sentía muy mal y tenía mucha fiebre. Llamamos a un doctor ya que ella estaba muy débil para salir de la casa y el doctor le diagnosticó un virus estomacal agudo y nos receto algunos medicamentos. No obstante, a las pocas horas la condición de mi mamá empeoró y antes de que pudiese llegar la ambulancia había fallecido"
La niñera estaba muy atenta escuchando el relato de la señora Rojas. Y entendió que tal vez la religiosidad de la familia Rojas se debiese a algo más que sólo tradición. Esa noche la niñera llamó a su novio y le explicó que había decidido volver a trabajar para los Rojas. Su novio quedó preocupado y le dijo que la apoyaba y que lo llamara si volvía a pasar algo extraño. La niñera le dijo que de eso ya no se tenía que preocupar. "Mal que mal" pensaba la niñera para si misma " Nunca está de más que alguien también me ayude a mi con los bebés"
jojojoj, casi me muero, estaba esperando que era lo que tanto jaleo hacia, aunque debo reconocer que esperaba sangre, onda creo que he visto muchas películas de terror, pues cuando llamo al novio a la cocina lo vi ahí asesinado por ella con el cuchillo en la mano jajjajaja
ResponderEliminarokey, no era para tanto , buen cuento. Ahora me voy a dormir
Buena historia, siempre dicen que a los muertos no hay que tenerles miedo, es a los vivos a los que hay que temerles jajaja
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