Muchos pasan por nuestras cuatro paredes. Algunos se quedan y otros se van; algunos entran cuando ni siquiera abrimos la puerta, otros desaparecen aunque roguemos que no lo hagan.
Sentir que la vida pasa entre cuatro paredes es una de las epifanías más sarcásticas que he tenido, no importa cuánto espacio veas, son solamente cuatro paredes las que acogen toda tu existencia. Si recuerdas donde disfrutaste tus momentos más felices, recordarás cuatro paredes, donde dejamos entrar a esos que nos quieren, les abrimos la puerta y los abrazamos con la alegría de la celebración; si traes de vuelta los peores episodios, fueron cuatro paredes las que miraste por horas, pero preferiríamos no abrir la puerta aunque necesitamos que nos pidan entrar una y otra vez para no sentir que nos quedamos solos en tan grande espacio.
El problema es cuando alguien de otra habitación irrumpe en la tuya, te toma la mano sin explicación y te quiere sacar. Lo logra a pesar de tu oposición porque, después de vivir lo contrario a diario, uno confía en la bondad del ser humano (algunos confiamos, sé y entiendo que otros no). Te muestra otros colores, demanda que conozcas otras cuatro paredes que finalmente te parecen agradables, te sientas y todo es cómodo, te imaginas abriendo esa puerta en penas y alegrías, quieres seguir ahí. Pero luego te devuelve a tus cuatro paredes y no entiendes porque ahora te parecen tan oscuras y asfixiantes.
Me gustan mis cuatro paredes, aprendí a amarlas, y me sentí impropia cada vez que volví y las maltraté con erróneos descalificativos. Espero que si alguien viene a conocerlas le gusten tanto como a mí y no me quiera sacar de aquí… y espero no volver a mirarlas con desprecio porque solamente hay cuatro paredes.
Cuatro paredes que a veces guardan sabores dulces, otras tantas, amargos, y muchas, agridulces. Tus cuatro paredes: tu hogar. Muy buena reflexión. Yo también me siento impropia cuando despilfarro improperios por ciertas cosas que me disgustan de mis cuatro paredes. Pero aprendí a amarlas, y así es como uno quieren que las amen y respeten los demás. Son como una extensión de nuestra propia piel, nos delimitan, nos cobijan, nos refugian, y a veces sentimos que nos asfixian, es cierto...
ResponderEliminarGracias, Rocío: me gustó mucho tu entrada de hoy.
Fer.
Las 4 paredes son la forma en que vemos el entorno y cómo nos relacionamos con él. También se aprecia el paso para rediseñar este entorno al combinar percepciones con seres queridos. De todas formas creo que cuando se conocen otras 4 paredes, las tuyas nunca volverán a ser las de antes.
ResponderEliminarMe gusta el tema, me gusta cómo lo abordas, y ¿me encanta la foto!
Saludos
Así que interesante refeccionar nos hace rocio, que increíble como nuestra vida la conforma nuestras cuatro paredes las cuales se trasforman y amamos, Excelente entrada
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