Por Tyess desde Honduras (postulante)
Estudiantes, científicos, maestros, escritores y todo aquel que emprende una actividad o no lo hace, recibirá más de una crítica a lo largo de su vida. ¡Uy, si es que solamente pensar en ella y cambian las expresiones de todos! ¿Y cómo no? Carreras, relaciones y vidas pueden construirse o destruirse con este delicado instrumento.
Una crítica detallada, a conciencia, con alguna sugerencia y un poco de comprensión, ayudará a quien desempeña una tarea a realizarla mejor cada día, sí es eso lo que quiere. Criticar, es enseñar, pero también es apoyar a esta persona que ahora sabe que no está sola por ahí con montón de esfuerzo que no interesa a nadie. Esta actividad tan natural, se convierte en un puente entre el crítico y el autor. Puede que acabe todo en una interesante amistad, en una relación de trabajo o, en una buena historia para contar al alcanzar la fama.
Señalar algún detalle u opinión general es una actividad más difícil de lo que parece y la persona que se expone al juicio, tiene que criticar esas opiniones, antes de aplicarlas para su crecimiento. Las críticas superficiales servirán como aliento al autor, puede que ayuden a reforzar su confianza y generarán vínculos tan superficiales como la respuesta. Pero hay otro tipo de crítica que más merece el nombre de burla o ataque. Todos sabemos como funciona eso. Peleas, jóvenes renunciando a un talento que solamente hubiera necesitado un poco más de esfuerzo, depresiones... El temor a enfrentar estas situaciones puede ser paralizante.
Primero: Nos parece que toda crítica desalentadora es una falta de respeto, pero, si vemos a alguien que no puede nadar entrando al mar sin precaución, ¿se supone que le digamos que ojalá tenga suerte? ¡Claro que no! Lo más probable es que intentemos detenerlo, recomendándole alguna precaución o que aprenda a nadar antes de enfrentar al océano. Y así es como funciona la crítica. Deja de serlo si usamos mentiras piadosas que más que un bien van a causar un daño, tanto como si nos burlamos de su situación.
Fuente: mediaisla.net |
Estudiantes, científicos, maestros, escritores y todo aquel que emprende una actividad o no lo hace, recibirá más de una crítica a lo largo de su vida. ¡Uy, si es que solamente pensar en ella y cambian las expresiones de todos! ¿Y cómo no? Carreras, relaciones y vidas pueden construirse o destruirse con este delicado instrumento.
Una crítica detallada, a conciencia, con alguna sugerencia y un poco de comprensión, ayudará a quien desempeña una tarea a realizarla mejor cada día, sí es eso lo que quiere. Criticar, es enseñar, pero también es apoyar a esta persona que ahora sabe que no está sola por ahí con montón de esfuerzo que no interesa a nadie. Esta actividad tan natural, se convierte en un puente entre el crítico y el autor. Puede que acabe todo en una interesante amistad, en una relación de trabajo o, en una buena historia para contar al alcanzar la fama.
Señalar algún detalle u opinión general es una actividad más difícil de lo que parece y la persona que se expone al juicio, tiene que criticar esas opiniones, antes de aplicarlas para su crecimiento. Las críticas superficiales servirán como aliento al autor, puede que ayuden a reforzar su confianza y generarán vínculos tan superficiales como la respuesta. Pero hay otro tipo de crítica que más merece el nombre de burla o ataque. Todos sabemos como funciona eso. Peleas, jóvenes renunciando a un talento que solamente hubiera necesitado un poco más de esfuerzo, depresiones... El temor a enfrentar estas situaciones puede ser paralizante.
Cada persona está expuesta de forma natural a la crítica; algunos la buscan, quienes exponen su obra piden, con discreción o sin ella, que se le de una crítica constructiva sobre la misma. Pero, ¿cuándo una crítica deja de ser constructiva para convertirse en una falta de respeto? Ahí aplica la mala intención, los comentarios que buscan humillar. Las opiniones que ni siquiera son fieles a la realidad, sino que buscan irritar a esta persona que ha puesto de su parte. Pero hay dos detalles sobre la crítica que pasamos por alto.
Primero: Nos parece que toda crítica desalentadora es una falta de respeto, pero, si vemos a alguien que no puede nadar entrando al mar sin precaución, ¿se supone que le digamos que ojalá tenga suerte? ¡Claro que no! Lo más probable es que intentemos detenerlo, recomendándole alguna precaución o que aprenda a nadar antes de enfrentar al océano. Y así es como funciona la crítica. Deja de serlo si usamos mentiras piadosas que más que un bien van a causar un daño, tanto como si nos burlamos de su situación.
Segundo: En la otra mano está la crítica malintencionada, la del que no sabe siquiera de lo que habla, la del que siente envidia. Sí, es reprochable. Pero su capacidad de destrucción varía según la víctima. Un científico que conoce su trabajo, un autor que es seguro de sí mismo o un simple testarudo, ignorarán estas palabras crueles; o las convertirán en lo que no pretendía quien las pronunció o escribió, en una crítica constructiva; basta con preguntarse por qué ésa burla y si tiene algún sentido, es posible aprovecharla para crecer; ¿y que mayor venganza que esa contra el crítico irresponsable?
muy buen artículo... me ha gustado tu enfoque.
ResponderEliminaryo creo que la crítica (ya sea constructiva o destructiva) debe venir de personas con criterio. si el criterio de alguien me parece digno de ser respetado, sus críticas serán positivas aunque tengan tono devastador.