Todo un ejemplo de perseverancia y constancia es Tomás González, este joven chileno que hoy se ha convertido en un súper héroe para mí, digno de imitar. Este chico no solamente logra desplazarse con gran facilidad por los aires con su gran talento para la gimnasia, un deporte que practica desde los seis años, en un país muy ignorante en este aspecto, donde los únicos deportes que se conocen son el fútbol y un poco más el tenis, en un país donde ser deportista no es remunerado si no se es futbolista, donde nadie te agradece el querer competir por tu país, ni aún al hacerlo como lo hace Tomás, de una manera mágica, humilde y perfecta. Tomás, el 6 de agosto reciente tenía a gran parte de Chile mirando la televisión a las 10 de mañana, esperando por su desempeño en los JJ.OO. en Londres. La verdad, confieso mi nerviosismo, era como si estuviera mirando a un amigo o un hermano competir, Tomás logra ese efecto no solamente por los triunfos que nos ha entregado su carrera como gimnasta, sino por esa bella humildad que lo caracteriza, digna de un sabio.

Tomás tiene hoy un cuarto lugar en las olimpiadas, donde creo nadie en ese torneo tiene más méritos que él, me apeno mucho cuando pienso que si Tomás no hubiera nacido en este país ya tendría la medalla de oro olímpica, nuestro superman de la gimnasia nunca contó con el apoyo de su país, nadie lo financiaba, el gobierno no le daba lo necesario para tener un entrenamiento digno, como lo merece un deportista de este nivel, es por esto que un empresario privado, el excéntrico Leonardo Farkas, un magnate con buen corazón y sentido común, fue el encargado de financiar todo el equipamiento para que pudiera entrenar, pidiendo solamente como condición que siempre compitiera por Chile, y claro Tomás cumple su palabra.

Defectos en este momento no le encuentro. Hoy sentí por primera vez orgullo de un deportista chileno. Por primera vez quería que el resto de los competidores sufrieran algún tropiezo para que así ganara Tomás. Pero tanto talento no necesita de las desgracias ajenas, Tomás se las trae, en ese cuerpo y mente tiene la capacidad de volar por los aires en salto terminado cada uno con una sonrisa tan conmovedora que hace reír hasta al más duro. La sonrisa de Tomás no es cualquier sonrisa, hoy es la sonrisa de Chile y muchas sonreímos gracias a él. Si se ve bien con su mallitas apretadas y con un buen terno, nada le queda mal. Es un dotado.

Vamos Tomas, ¡te queremos ver! Tú puedes tocar las estrellas, literalmente.

Gracias Tomás por los nervios en la guata, por el orgullo por tu bigote y porque nos haces soñar alto.