Hogares ficticios

Por Tania Yesivell desde Honduras

Hace no mucho tiempo, fui testigo y parte de una conversación sobre la ubicación espacio-temporal en un proyecto literario. Ello me dejó pensando en el impacto que tiene la elección de ésta y la forma en que se describe. ¿No es lo mismo un romance en unas vacaciones por París que en un barrio marginal de mi país? ¿Hay diferencias entre una guerra en un futuro supuesto o una en la edad media?


En parte, me quiero lanzar sin paracaídas a decir que es muy distinto, pero también influye el enfoque con que veamos la historia cuando escribimos y el que le da el lector en su momento.

Recuerdo a una buena amiga comentándome que fue feliz recorriendo Venecia a través de las páginas de un libro que no abundaba tanto en las descripciones físicas, pero daba detalles sobre la relación entre un lugar y otro, así como la forma en que se desenvolvían sus habitantes.

Es innegable que el entorno es parte de la historia, ya sea porque se describa mucho y el lector saque sus propias conclusiones todo el tiempo, o que el autor sea el único que conozca los pormenores del sitio, en cuyo caso a veces solo él sabrá porque se presentan ciertas circunstancias.


Si un autor abunda en detalles, sus lectores podrán aburrirse o sentirse dentro de un mundo nuevo, dependiendo del talento del escritor y de la naturaleza del que se adentra en la lectura. Si la obra no incluye tantos datos sobre la ubicación, puede que dé rapidez a los hechos, pero se corre el terrible riesgo de mostrarlos en una especie de vacío, restándole posibilidades al lector que intenta descubrir el mundo que el autor le ha prometido.



A la hora de escribir, habrá autores que disfrutarán teniendo un mapa previo, con detalles que probablemente nunca incluyan en la obra, mientras otros dejamos a los personajes vagar por un entorno que descubrimos junto a ellos, aunque corramos el riesgo de perdernos.

Como lectora no tengo favoritos, disfruto lo mismo descubriendo mundos nuevos con Tolkien o identificándome con el entorno de Amaya Amador y García Marquez; pero no me agrada ver las descripciones opacando a los hechos. En el medio, dicen, está la virtud.

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CONVERSATION

2 ya son Blogger@s:

  1. Increíble pero cierto, cuantos lugares he recorrido solo por la imaginación y por el buen escribir del autor, me encanta hacerlo es mágico

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  2. Reconozco lo que escribes por Criollismo literario, que fue un movimiento del siglo XIX, que se impulsó en América. En este movimiento, se destaca la constante lucha de jerarquías entre los indígenas y la gente más urbanizada, siempre tocando temas muy locales.
    La redacción de los textos criollistas, se basan principalmente en demostrar por medio de la descripción del ambiente, todo lo que van sintiendo y haciendo sus personajes.
    La verdad, es que a los escritores criollistas los encuentro sequísimos. En mi vida escolar, leí muchísimos cuentos hermosos y cada vez me maravillaba más de la forma de desarrollar temas tan importantes locales, por medio de una prosa tan cuidada y trabajada.
    Entre mis favoritos están "El vaso de leche" de Manuel Rojas, y "Montaña adentro" de Marta Brunet.

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