Por
La Churro desde Chile
Hoy voy a ser egoísta. No les contaré historias para que se rían, ni lecciones cochinas, ni alguno de mis clásicos fail. Hoy dejaré el personaje un poco de lado y me convertiré en persona, ya que una sombra nubla mi corazón y siento la necesidad de expresarlo. Espero no equivocarme al revelar demasiado (ni dar lástima), pero como no sé hablar, abrigo la necesidad de escribir y quizás solo así, el viento se lleve este sentir. Hoy no escribo para ustedes, sino para mí, como una terapia, o más bien, como un exorcismo.
Después
de más de un año de llamadas y mensajes, de tantos “te extraño” y “yo sé que la
vida nos volverá a juntar” volví a encontrare con mi Conejo (si no saben de él
pueden leer aquí o aquí). Sí, surgieron fuegos artificiales, corazones y
cupidos en ese eterno abrazo de reencuentro, pero pronto nos daríamos cuenta
que ese año hizo nuestras diferencias aun más evidentes.
Ambos
dijimos tantas veces “no he dejado de amarte”, pero al parecer ambos seguimos
amando al que fue y no a la persona en que cada uno se ha convertido. Aún
sentimos una inevitable atracción mutua y, sin temor a equivocarme, puedo afirmar que el sexo con él sigue siendo el
mejor que he tenido en mi vida. Nuestros cuerpos, pasiones y fetiches son
perfectamente compatibles, pero no así nuestra vida y forma de verla. Tal como
le dije a él: La pasión y el erotismo no bastan para hacer una vida juntos.
Desearía poder pasar todos los días (y todas las horas del día) atada a una cama
en su compañía… pero no se puede vivir del amor, y mucho menos de la lujuria.
No
conversamos mucho, no compartimos demasiado, solo pasamos dos noches juntos,
pero era evidente que no daba para más. Algo faltaba… se fue su amor,
llevándose el mío consigo. Que sea un (no)sentimiento compartido en ningún caso
hace las cosas más fáciles. La pena no solo se remite al hecho de sentir ese
vacío cuando alguien se aleja de tu vida, de perder todos esos momentos, esa
pasión inigualable, esas “ternuritas” como solíamos decirles o extrañar su
simple presencia. Hay un vacío mucho más grande y profundo, que es cuando te
das cuenta que con el amor se pierde mucho más que a la persona y el
sentimiento que la acompaña.
Por
una parte siento que dejo a mi Conejo desprotegido, me siento como una madre
frente a sus hijos que abandonan el nido: pienso a cada instante cómo estará,
si le hago falta, si me extraña, y me repito “nadie lo va a querer tanto como
yo”, “nadie más que yo puedo ayudarlo”, “soy la única que realmente conoce la
verdad de su corazón” y tantas otras absurdas frases que me hacen creer que soy
indispensable en su vida, cuando ambos sabemos que hace rato Conejo dejó de
necesitarme.
Junto
con ello me carcomen los celos, pensando en que vuelve tranquilamente a los
brazos de su novia, feliz ella, feliz él, y yo con la pena viva. Sí, fui “la otra”, pero lo prefería compartido que no
volver a tenerlo. Conejo siempre dijo, aun cuando su relación con ella ya había
comenzado, que yo era inolvidable y seguía siendo lo mejor de su vida… ¿qué
cambió?, ¿por qué eligió amarla a ella y dejar de amarme a mí?, si apenas nos
vimos, ¿cómo pudo decidirse tan rápido por volver a sus brazos?, ¿se pintará
los labios rojos y se pondrá tacones para hacerle el amor como yo lo hago?, ¿le
preparará la leche con mango que a él tanto le gusta?, ¿será más bonita?, ¿más
sexy?... No creo, la conozco, sé de ella y sus historias. Entonces menos aún lo
entiendo, ¿qué le da?, ¿ella le aguanta su licenciosa vida nocturna como yo
nunca lo hice?, ¿es eso, cierto?, ¿y si no la ama?, ¿si solo “es lo que hay”?,
¡¿por qué ella?!, ¡¡¿qué tiene ella que no tenga yo?!!, ¿le dirá “Coneja”? ¡Ay no! Ahí sí que me muero. Solo debo vivir en la angustia constante de no saber qué
será de su vida, si se ha mejorado de sus dolores, de sus adicciones, de su
mente perturbada, de saber que está con una mujer que no es buena. No estoy
tranquila sin saber qué es de su ingenuo corazón y su alma perdida. Quiero
estar ahí para acompañarlo, quererlo, apoyarlo… pero ya no puedo. Me angustio.
Por
otro lado, siempre creí (o quizás solo me convencí) que él era mi
destino. “Yo sé que tú eres mi destino Conejo, yo lo sé, por eso la vida nos va
a volver a juntar”. Nos conocimos de un modo tan extraño y empezamos a amarnos
de un modo tan raro como fortuito. “Cuando Tomás regresó de Zurich a
Praga, le invadió una sensación de malestar al pensar que su encuentro con
Teresa había sido producido por seis casualidades improbables. Pero, ¿un
acontecimiento no es tanto más significativo y privilegiado cuantas más
casualidades sean necesarias para producirlo? Solo
la casualidad puede aparecer ante nosotros como un mensaje. Lo que ocurre
necesariamente, lo esperado, lo que se repite todos los días, es mudo. Solo la
casualidad nos habla. Tratamos de leer en ella como leen las gitanas las
figuras formadas por el poso del café en el fondo de la taza. (…) No es la
necesidad, sino la casualidad, la que está llena de encantos. Si el amor debe
ser inolvidable, las casualidades deben volar hacia él desde el primer momento,
como pájaros hacia los hombros de San Francisco de Asís.”(*) Así lo sentía yo. Nuestra
historia fue tan retorcida… así como cientos de casualidades improbables nos unieron, siempre alguna otra casualidad nos volvía a
recordar lo que sentíamos y volvíamos el uno al otro. Tantas casualidades
fueron que sentí que era una señal del destino, de la vida, o no sé de quién,
que me decían “él es”. “Coneja, yo voy a cambiar, voy a ser un buen hombre para
ti, para que volvamos a estar juntos”. Yo creí en esa promesa y creí en ese
millón de casualidades y en las palabras de Milan Kundera, estaba convencida de
que pasarían muchos años (más que esos 12 meses exactos que pasaron) y que esa
vida, ese destino o nuevas casualidades, nos volvería a unir, que él efectivamente
llegaría convertido en ese hombre bueno y ese sería el momento del “y vivieron
felices por siempre”. Me preparé para ese instante, viví pensando siempre en
ese “más adelante” en el que ambos confiamos tanto, en que él era mi destino, en
ese futuro en el que él aparecería… pero no volverá, lo sé. Me duele.
“Ahora estaba junto a la ventana e invocaba
ese momento. ¿Qué podía ser sino el amor que había llegado de ese modo para que
él lo reconociese? Pero, ¿era amor? La sensación de que quería morir junto a
ella era evidentemente desproporcionada: ¡Era la segunda vez que la veía en la
vida! ¿No se trataba más bien de la histeria de un hombre que en lo más
profundo de su alma ha tomado conciencia de su incapacidad de amar y que por
eso mismo empieza a fingir amor hacia sí mismo? (…) Miraba a través del patio
la sucia pared y se daba cuenta que no sabía si se trataba de histeria o de
amor”(*). En su despedida Conejo nunca me dice que se le fue el amor, pero
así lo sentí y sé que así es. Quizás sólo sintió (o sentimos) esa “histeria” y
no amor. Me habla de lo diferentes que somos de nuestras manías que nos llevan
a polos opuestos, me dice que no es ahora, pero que ya vendrá nuestro momento
de ser felices juntos como siempre lo dijimos. Siento que el mantener esa
ilusión fue sólo una forma que encontró de atenuar mi pena. Pero si fuera
verdad ¿puede regresar el amor?, ¿se puede reconstruir ese sueño de ser felices
juntos?, ¿o los sentimientos que se van, se van para siempre?
Esta canción sonaba de fondo cuando nos besamos por primera vez. “...deja
que pase un momento y volveremos a querernos”. ¿Casualidades?
“… los amores son como los imperios: cuando
desaparece la idea sobre la cual han sido construidos, perecen ellos también”(*). Siempre he creído que es así, que lo primordial para que una pareja
persista en el tiempo es la proyección de un futuro. Para algunos es tener
hijos, casarse, vivir juntos, algún negocio, un viaje… para cada pareja es un
sueño distinto y particular que los lleva a luchar juntos por ese ideal. Si no
hay un norte, no hay razón para estar juntos y el amor comienza a desvanecerse.
Debido a un gran cambio de conciencia que tuve en un momento, mi sueño y gran proyecto de vida es perderme en una playita escondida de Ecuador con alguien de mi mano, donde nunca más nadie sepa de mí, poner una pequeña pizzería y vivir de los turistas y del amor. Al par de días de conocer a Conejo le pregunté si pudiera hacer lo que quisiera de su vida, cuál sería su sueño. Me dijo que era recorrer Sudamérica con alguien de su mano, encontrar alguna playa escondida, donde nunca más nadie supiera de él, construir con sus propias manos una casita, quizás poner un bar y vivir de los turistas y del amor. ¿Casualidad? ¿Otra más? Era tan similar nuestro sueño que en nuestras conversaciones siempre surgía, “¿cuándo nos vamos a ir amor?”, “arranquémonos donde nadie nos encuentre”. Pero ahora que tengo la certeza de que ya no tengo el amor de Conejo (ni él el mío), ¿con quién construyo ese sueño?
Quienes conocen íntimamente esta quimera que albergo en mi corazón me dicen que no me rinda, que siga creyendo en ese viaje, que no necesito ni a Conejo ni a nadie para cumplirlo… pero no es así, mi sueño es compartido. Mi sueño no es la pizzería, no es la playa, sino tener a quien darle la mano cuando esté allí y todo falle, mi sueño es tener en quién apoyarme y a quién apoyar. Y quizás la vida me traiga a ese “alguien” con quién compartir mis días y tomarle la mano, pero, ¿compartirá mi sueño como lo hacía Conejo?, ¿tendremos ese “imperio” del que habla Milan Kundera?
Debido a un gran cambio de conciencia que tuve en un momento, mi sueño y gran proyecto de vida es perderme en una playita escondida de Ecuador con alguien de mi mano, donde nunca más nadie sepa de mí, poner una pequeña pizzería y vivir de los turistas y del amor. Al par de días de conocer a Conejo le pregunté si pudiera hacer lo que quisiera de su vida, cuál sería su sueño. Me dijo que era recorrer Sudamérica con alguien de su mano, encontrar alguna playa escondida, donde nunca más nadie supiera de él, construir con sus propias manos una casita, quizás poner un bar y vivir de los turistas y del amor. ¿Casualidad? ¿Otra más? Era tan similar nuestro sueño que en nuestras conversaciones siempre surgía, “¿cuándo nos vamos a ir amor?”, “arranquémonos donde nadie nos encuentre”. Pero ahora que tengo la certeza de que ya no tengo el amor de Conejo (ni él el mío), ¿con quién construyo ese sueño?
Quienes conocen íntimamente esta quimera que albergo en mi corazón me dicen que no me rinda, que siga creyendo en ese viaje, que no necesito ni a Conejo ni a nadie para cumplirlo… pero no es así, mi sueño es compartido. Mi sueño no es la pizzería, no es la playa, sino tener a quien darle la mano cuando esté allí y todo falle, mi sueño es tener en quién apoyarme y a quién apoyar. Y quizás la vida me traiga a ese “alguien” con quién compartir mis días y tomarle la mano, pero, ¿compartirá mi sueño como lo hacía Conejo?, ¿tendremos ese “imperio” del que habla Milan Kundera?
Las canciones están para interpretar lo que no sabemos decir en palabras. Así
sentí nuestro amor, nuestro reencuentro y nuestro fin… nuestro torcido destino.
Y
hoy, tras quedar desconejada se hacen más reales mis miedos. Mi mayor pena es
tener un corazón vacío que no sabe qué nombre suspirar ates de dormir, con un
mañana que no proyecto más allá de mañana. Mi miedo es ver pasar los días
iguales sin una pasión, sin un corazón que duela de tanto amor, sin llantos de
pena ni fogosas reconciliaciones. Mi miedo es seguir trabajando día tras día,
casarme, y esperar a mi marido horneando un kuchen en nuestra casa de dos pisos
y cerca blanca mientras nuestras dos niñitas, vestidas de rosa y con calcetines
con blonda, juegan con el perro llamado Boby en el verde pasto del patio. Mi
mayor miedo en la vida es el que para muchos es su mayor sueño: Tener una vida
“normal y tranquila”… Y lloro por las noches pensando en que quizás nunca más
alguien vuelva va a soñar un inestable Ecuador de mi mano como lo hicimos con
Conejo.
PS:
Te quiero. Te quiero Toneco, fuiste muy especial, un amor intenso y dulce en su
proporción justa, el más apasionado, absolutamente inexplicable pero muy real.
Por eso no te guardo rencores… ni te olvido. Quiero que seas feliz, muy feliz
aunque no estés a mi lado, porque como te dije una vez, sé que eres un conejo
silvestre y por eso no te puedo retener ni intentar domesticar. Corre libre
conejito, corre! Y cuídate, por favor cuídate. Un parte de mí siempre seguirá
siendo tu Coneja.
“Volvió a acordarse del conejito al que
apretaba contra su cara en la habitación infantil. ¿Qué significa convertirse
en conejito? Significa perder toda fuerza. Significa que uno ya no es más
fuerte que el otro.”(*)
(*)
Citas de mi libro favorito, La Insoportable Levedad del Ser de Milan Kundera,
que casualmente se
mezclaron en esta historia.
uuuuufffff, mi ilusión eterna fue un gran amor que tuve, por años estuvimos juntos pero casi siempre siendo la otra, solo era la "actual" en los periodos en que terminaba con una y luego empezaba con otra y todas las veces yo decía "esta vez será distinto" pero nunca lo fue...siempre en vez de decidir quedarse conmigo encontraba una polola nueva, y claro, podía hacerlo porque sabía que aún con polola me tendría a mí................vivimos años asi, yo esperandolo llegar, dormir acurrucados, decirnos que siempre estariamos para el otro....hace un tiempo empezó su nuevo pololeo..una más para mi historia y un poquito más de muerte para mi ilusión de que ahora sería distinto...hace un mes le dije que no quería verlo más a no ser que nuestra historia cambiara, desapareció un tiempo y yo lo extrañaba cada día, me estaba haciendo la idea de que ya no lo vería más y volvió, conté hasta mil y le volvi a repetir que no quería verlo más, con el dolor de mi corazón lo dejé hablando solo y me fui.......siento como mia esta historia, es tan extraño sentir que ya no estará, es como, y ahora?? enamorarme de otro?? comenzar una historia desde cero??......creo que deberiamos irnos a un after, sufrir un rato y después seguir viviendo....dicen que todo es superable...pero pucha que es dificil....
ResponderEliminarÉl siempre me decía "tiempo al tiempo Conejita". Creo que en eso tuvo razón, sólo el tiempo nos ayuda. No creo que cure las cosas, pero te acostumbras a vivir con ciertas penas guardadas en un rinconcito de tu corazón. El mundo sigue como si nada y debemos seguir viviendo, como si nada doliera, e intentando disfrutar lo nuevo.
EliminarEs cierto lo que dices, quedas con la sensación que ¿y ahora qué??, la inceridumbre es de los peores sentimientos que conosco. Pero confío mucho en la vida, algo traerá, no sé si mejor, peor o simplemente distinto, pero algo nos traerá.
Tú mantente fuerte y firme en tu decisión, él no va a cambair. Cambiar las cosas depende sólo de ti y tu convicción. Confía en la vida, y si él es tu destino, una nueva casualidad lo traerá a ti para siempre. Pero no hay que forzarlas, las cosas sólo ocurren cuando estamos preparadas para ellas.
Gracias por compartir tu historia y tu sentir. Besos
había alguien que me decia que la casualidad no existe, que lo que pasa son "causalidades", causas que hacen que por algo nos encontremos....y claro, como dice House "people not change"...se que el no va cambiar entonces lo que hay que hacer es cambiar la situación...si el no quiere cambiar eso, entonces en realidad da lo mismo seguir asi....
Eliminarnoooooooooooooooooooooooooooooooooooooo!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!pero sabes? yo sigo sintiendo dentro de mi corazón que ese conejo es tuyo...y rezare cada noche para que puedan estar en una playita escondida de ecuador, tomados de la mano, viendo el atardecer desde el umbral de la pequeña pizzería bajo la mirada de los turistas y con la luz del amor.<3
ResponderEliminarAy! Ridícula! Me hiciste llorar!!! No ves que ando sensible?!
Eliminaryo sé que tú eres fans de Conejo, y quién sabe si quizás tengas razón. Sólo hay que esperar y ver.
Tu corazón es poderoso, gracias por pensar en mi preciosa Ajonjolí <3
Si soy su fans porque creo en ese amor! que importa que sean distintos en otros aspectos?!?!?!?! lo que hay entre ustedes es único! conejo pastel! jajajaja
EliminarWow que historia, yo pienso que hay que vivir la vida, a veces nos quedamos como estancadas esperando a algo o alguien que quizás no volverá y dejamos de aprovechar otras oportunidades, aunque yo a ratos espero una de esas casualidades para ver si el destino nos vuelve a juntar, después de tanto tiempo y de ciertas señales ya me estoy haciendo a la idea de que no, ya veremos, un beso!
ResponderEliminarCreo que no es malo seguir esperando, pero no vivir en torno a eso.
EliminarHay que seguir la vida, disfrutar, reir... y si esa "casualidad" llega, entonces será todo mejor, pero si no llega, ya estamos aprendiendo a disfrutar lo que tenemos. Creo que nunca hay que dejar de soñar. Hoy estoy más optimista :)
Gracias Kat por comentar. Besitos!
Amiga esto lo conversamos en su momento y recuerda lo que dije: nunca se sabe lo que pasará. Tu puedes cambiar, quizás ambos o sólo él. Pero espero, que sea lo que sea, el resultado sea favorable a tu mente y alma.
ResponderEliminarEs verdad, nunca se sabe... déjate sorprender, dicen por ahí.
EliminarGracias por tu apoyo cuando te lo comenté y hoy <3
woow mori con tu historia vive tu dia a dia por cualquier pasion sea la que sea el siempre vivirá en tu memoria en tus recuerdos pero las cosas nunca vuelven a ser las mismas después de un tiempo uno cambia y si no cambia se siente pasada a llevar o herida por todo lo que sentiste en ese tiempo sin el woow si vuelve y puedes realizar tus sueños con el super mega bien pero si aparece alguien por hay que también te siga tal vez no solo por que tengan sueños en común si no por amor que es lo que mas importa una vida sin amor no es vida :)
ResponderEliminarque estés bien un beso
Amor, amor, amor... por eso se sufre, pero también por él vivimos. Así como dices, hoy atesoro sus recuerdos y lo inmesamente feliz que me hizo, que nos hicimos.
EliminarGracias por tu comentario rulitos
«Tenemos la extraña idea de que el amor es algo que debe durar eternamente, pero el amor no funciona así. El amor es una energía libre que viene y va a su antojo. A veces perdura durante toda una vida, otras sólo nos acompaña durante unos segundos, un día, un mes o un año. No podemos tenerle miedo al amor sencillamente porque nos haga vulnerables, y tampoco podemos sorprendernos cuando nos abandona. Lo único que podemos hacer es agradecer el hecho de haber podido experimentarlo.»
ResponderEliminarNeil Strauss
Que hermoso! Gracias por compartir esto conmigo, es una bella forma de pensar que me ayuda mucho en estos momentos. De verdad, muchas gracias.
EliminarQue triste y linda historia creo que aveces.nosotros mismos decidimos sufrir por situaciones y desicisiones que desidimos vivir por que el amor nos ciega y nos hace.ver.cosas que quiza.van a ocurrir y aveces nos cerramos a dejar ir.cosas.y personas que quiza ya no es el tiempo que esten en nuestras vidas sin sabes que quiza si nos espera algo mejor algo nuevo pero tambien sabemos que los recuerdos de algo tan amado nunca.se.van.a ir ya que nuestra.mente nunca va.dejar de.idealizar como hubiera sido mi vida al lado de esa persona que tanto ame y me amo pero por diversas sircinstancias de la vida esa union no se pudo llevar acabo y eso es algo que tambien nos hace sifrir y no nos deja formar algo nuevo por querer vivir con el recuerdo de algo tan anelado?
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