Por Tania Yesivell desde Honduras
Es probable que mi ausencia haya sido prolongada... ¿lo fue?
Les aseguro que en verdad no tengo idea. Por lo que a mí me parece, en un año he perdido la constancia en internet, en las lecturas, en mis responsabilidades presenciales, ¡incluso he perdido contacto con mis pocos amigos!
Quizá la peor parte sea notar que puedo vivir sin ellos, y ellos sin mí.
Escribir es así. ¿Saben?, uno se encierra y se toma vacaciones de la vida real para dedicarle una hora, un día, un mes... incluso años, a un sitio ficticio que significa todo para uno, al menos por un tiempo. Y no viene mal cuando uno hace eso. Es trabajo, es diversión. Juntos, ¿qué tal eso?
Me parece que yo he alcanzado hasta un día sin hacer caso a nada más que a una historia. Así que la idea de desaparecer por todo este tiempo, no es ni ajena ni del todo familiar.
Sin embargo, no tengo ni la menor idea de qué es lo que me ha alejado de todo. Cierto que mi conexión a internet es un desastre, que me frustro tanto con eso que me quedo sin ánimos para tratar de ingresar siquiera a mi correo. Pero, perder los ánimos de todo, es algo que solamente pasó, sin razón aparente.
De pronto, me doy cuenta de que no estoy ni deprimida, ni enferma, ni cosa parecida. Solamente he visto las cosas tomar un rumbo que no me gusta y decidí que no participaría en eso, así que lo dejé todo botado. Todo, incluido lo que si me agradaba.
Me puse a escribir porque no quería hacer nada más, y créanme que esa no es una buena razón. He escrito más de lo habitual pero ningún resultado me gusta. También he vuelto a jugar Zelda. Supongo que siempre vuelvo a jugar Zelda y a leer libros de Harry Potter, cuando estoy feliz de la vida y cuando no. Como hacen algunos con el alcohol.
Pero, ¿volver? Por muy feliz que sea una situación, no hay porque repetirla constantemente.
Así que, con ánimos o sin ellos, hay que seguir avanzando. El asunto es, ¿hacia dónde? Supongo que esa debería ser la primera pregunta por contestar. Andar en círculos hacia ninguna parte es misión imposible, pero si sabemos hacia donde vamos, sabremos que sendero elegir.
Sin embargo, para todo hay un “pero”; ¡qué bueno sería que no hubieran obstáculos hacia lo que necesitamos o deseamos! Como así no son las cosas, no queda más remedio que repetirnos la pregunta: ¿hacia dónde? Porque si esto de verdad vale la pena, si de verdad lo queremos, será necesario enfrentar los desafíos ineludibles, convertir los obstáculos en herramientas... ya saben, ponerle creatividad al asunto.
Por ahí estoy yo: estancada en esa maldita pregunta. ¿Por qué no se me ocurre nada que amerite enfrentar los desafíos? Con eso, apenas he aprendido algo: evadir obstáculos es una forma de caminar sin rumbo.
Si ellos no te echan de menos y tu a ellos tampoco, es que realmente no son amigos.
ResponderEliminarVengo de BEE y ya te sigo en GFC.
Besossss!!!!
Doradoymás
Lo curioso es que creo que en las mejores y en las peores, sí lo somos. A veces me pregunto si eso es muy raro...
EliminarSi te diste cuenta que las cosas no iban por donde querías y decidiste aljerate, entonces es una buena decisión y muy valiente.
ResponderEliminarA veces yo también me pierdo, creo que es normal que todos lo hagamos. Pero soy de la idea que está bien llorar un poco, perderse, deprimirse, hacer nada y comer chocolates hasta reventar... mientras sea por un tiempo limitado. Hay que darse esas licencias y no siempre ser tan estrictos con el rumbo que uno "debe" seguir, porque es verdad que las mejores cosas suceden cuando menos te lo esperas.
Ánimo! Sin darte cuenta verás el camino amarillo y sonreirás!
Sí, en muchos casos es mejor alejarse un poco para observarlo.
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