Por Ajonjolí desde Chile
Dicen que las personas con las que trabajamos son nuestra segunda familia. Con ellos pasamos la mayor cantidad de horas que tiene el día, pero si consultamos a algunos si consideran a sus compañeros de tal forma, la respuesta, lo más probable, sería una risa burlona.
Yo siempre pensé que eran mi segunda familia. Son ellos quienes te dan soporte cuando llegas abrumado por alguna pena. Son ellos con quienes te ríes de las cosas simples. Son ellos que transforman la semana en algo "no tan pesado". Es con estas personas con quienes peleas por tonteras: por quién se comió tu yogurt o por quién no lavó la taza que siempre usas. Siempre hay alguien que se lleva peor con otro, con quienes siempre discutes o no mantienes mucho contacto; pero, ¿qué familia no es así? ¿En que familia no hay pelambres, malas relaciones o diferencias?
Pero cuando una familia pierde a uno de los suyos, se une. Se impermeabiliza y comienza a cuidar de los demás integrantes. Comienzan las miradas que dicen más que cualquier otra cosa, las sonrisas débiles: "Todo estará bien", los abrazos de cariño y las palmadas tiernas en la espalda, las anécdotas en el desayuno que sacan más que una carcajada. Cuando una familia pasa por un momento difícil, es más familia que nunca.
Mi familia laboral sufrió un golpe fuerte este pasado sábado 10 de Agosto. Nunca imaginamos que podríamos pasar algo como esto y ha sido muy duro. Uno de los nuestros se fue. Un accidente lo llevó derechito al cielo a encontrarse con su "Rey", como tiernamente llamaba a Dios. Y los que quedamos acá, comenzamos a vivir este proceso a carne viva teniéndolo siempre en los pensamientos y en las conversaciones.
Marquito, al escuchar hablar de nuestro grupo de trabajo como "Familia" no era de los que estuviera más convencidos. Pero quiero contarle que sí lo somos, porque a pesar que en las familias no hay siempre un cielo despejado cuando llueve para todos, nos vamos turnando en soplar para despejar las nubes y hacer más llevadero el día de sus integrantes. Y eso es lo que hemos vivido cada día desde que partiste, Marquito.
Quizás no supe aprovecharte bien. Me enojaban ciertas cosas tuyas, pero me enseñaste muchas otras que no fui capaz de tomar en cuenta hasta ahora... que te fuiste. Dicen que uno no valora a quienes están hasta que los pierdes, y es más cierto que nada.
- "Hacías el trabajo más importante de todos", palabras de tu Simone: Dabas la bienvenida con una eterna sonrisa y un ánimo maravilloso a todos los alumnos. No por nada todos estaban tan afectados. Y ese detalle a muchos de nosotros se nos escapa... gracias Marquitos por recordármelo otra vez.
- No hay nada tan espantoso en la vida que no se pueda superar. Tu vida no fue fácil, cometiste muchos errores, sin embargo saliste adelante y siempre luchaste por tus hijos, nietos y tu amada esposa.
- Siempre hablabas de tu señora con hermosas palabras. Y las niñas se encargaron de decírselo, porque no hay nada más hermoso que escuchar a un hombre hablar siempre maravillas de su compañera de vida.
- Fuiste un deportista motivado solamente por tu energía. Ibas en bicicleta atravesando la mitad de Santiago, lloviera o no lloviera. Y tu sueño era ir a la Maratón de New York, casi lo lograste Marquitos... pero sé que irás de todas formas.
- Eras un hombre de fe y eso te ayudaba a no bajar las alas. Luchabas por tu familia a como de lugar, impulsado por tu eterna confianza en Dios.
Quizás tenías muchas virtudes más. Mis compañeros podrían ayudar a completar la lista, quienes más te conocieron y con quienes más compartiste. Pero quiero decirte que, al menos para mí, tu paso por este mundo no fue en vano, me dejaste enseñanzas, que veía en ti en vida, pero que se grabaron en mi corazón con tu partida.
¡Siempre te recordaremos Marquitos! Siempre estarás presente en nuestros corazones.
Ayyy, querida, partiste mi corazón.
ResponderEliminarNo sabemos cuánto te entiendo, el dolor de perder un amigo, es demasiado importante, porque es perder a un hermano que eliges con el corazón.
Yo perdí a uno de los míos, el año 2006 en un accidente en moto, el tenía 25 y yo 22. Desde ese día, siento que mi vida no ha sido la misma, he dado miles de pasos en falso, he sido menos jugada, más calculadora, menos impulsiva, más preocupada, menos cálida.
Desde su partida, no he sido capaz de ir a verlo al cementerio. Creo que de alguna u otra manera, mi corazón anhela el poder encontrarlo en algún lugar. Mis ojos lo buscan, a veces lo veo... pero no es. Definitivamente, lo extraño con la guata, desde el instinto, desde la vida.
Se me aprieta la garganta pensar en todo lo que ha sucedido desde su partida esa navidad, ya no hubo nunca más una verdaderamente feliz, siempre está el recuerdo de su partida, de su funeral. Se me erizan los pelos cada vez que escucho la música que le gustaba. La vida nunca volvió a ser la misma y muchas veces me cuestiono en qué estaría yo ahora, si nada de esto le hubiese pasado. Su hermano, era mi pololo.
En fin, systa, no se qué decirte, puta! la vida sigue, el dolor transforma (y puta que es cierto) ... sólo puedo ofrecerte un abrazo fraterno, bendiciones por millón para tu grupo de amigos, de compañeros, de familia... y catarsis en el círculo de sabiduría del que te hable.
Mucha fuerza, Ajonjolí. No es fácil, pero la vida sigue, lamentablemente.
Así como dice Pops, la vida sigue... y aquí seguirán todos a quienes él dejó. Pero de seguro él se convertirá en un nuevo color para tu arcoiris, y tú guiarás la ruta, para que quienes quedan aquí aprendan de esta hermosa empresa que has emprendido en esta sección.
ResponderEliminarMucho ánimo preciosa, ya saldrá el sol con arcoiris multicolor y todo