Por @p0ps_ desde Chile
Naturalmente, las mujeres estamos programadas para proteger, para cuidar, para apoyar. Las causas nobles mueven hasta la última célula de nuestro cuerpo y si a eso le agregamos nuestra particular característica de creernos "superhéroes", no dudamos ni un segundo en tratar de, al menos, estar en cada situación compleja que presenta la vida de los otros.
Es así, muchas de nosotras nos conmovemos (de manera distinta que los hombres, por supuesto) frente a cada conflicto social de nuestro país o del mundo. Armamos campañas familiares, comentamos la noticia de los perritos, queremos ayudar a nuestras amigas con sus conflictos matrimoniales, nos ofrecemos para cuidar sobrinos y pseudos-sobrinos, etc., y a ratos nos consolamos, no sólo diciendo, sino que además sintiendo que nuestra realidad no es tan terrible, en verdad. Y nos conformamos, y llegamos a dar gracias a Dios por no estar viviendo el cáncer de la Juanita, ni la censantía de Fulanita, ni los conflictos con los hijos que tiene la vecina del piso 15.
Así somos las mujeres, buscamos el dolor ajeno, para olvidar que nuestro propio dolor es tan o más terrible que el de muchas mujeres que viven en el planeta. Lo buscamos porque necesitamos consolarnos, porque necesitamos sacar fuerzas de algún lado para salir adelante. De pronto, toda esa naturaleza "compasiva" que tenemos las mujeres, pareciera ser un escudo de lucha, pero no para los más necesitados, sino más bien un escudo de lucha que nos permite no seguir mirándonos, que nos permite (un poco) negar lo que nos ha sucedido, que además nos permite minimizar nuestro dolor, cuando en realidad, es tan válido como el de todas las demás personas de este mundo.
No está mal ser compasivas, pero si está mal no hacernos cargo de nuestros dolores, minimizarlos, sentir que no deberíamos sentirnos mal porque a los otros, al parecer, les suceden cosas más graves que a nosotras. Está bien llorar y vivir el duelo, lo que no está permitido es hacerse las locas con nuestro propio dolor.
"Una de las ironías de la vida es que las mujeres podemos
responder con gran compasión y comprensión a la vida de otros y
mostrarnos ciegas ante el dolor en nuestra propia vida."
*Columna basada en "Mujeres que aman demasiado" Norvin Norwood
mmmmm que interesante entrada, me llevo mucho creo que por mucho tiempo estuve aguantando el dolor ajeno sin sentir el mio, me era más comodo hacerme cargo del ajeno que el mio propio. Pero cuando llega el día de que tienes que enfrentarte a eso, es duro.
ResponderEliminarEs más fácil ser fuerte cuando tienes a otro que sostener
Es muy cierto eso, la vida, es mucho más fácil cuando los problemas están en los otros y no en uno mismo.
EliminarMuchas gracias por comentar ;)
Completamente de acuerdo.
ResponderEliminarDespués de hacerme la fuerte por mucho tiempo he aprendido que está bien llorar, gritar, patalear y maldecir. Hay que echar toda esa mierda vuera para poder renacer y que no nos carcoma el alma desde dentro. Pero así como hay que sentir el dolor y llorarlo, también hay que saber cuándo es tiempo de ponerse de pie y seguir adelante.
Sabias palabras, Churrito.
EliminarEl dolor es lo que realmente nos transforma, asi es que está bn permitirlo.
Jajajaja...y q me dices de las q estudiamos trabajo social??? O psicologia???? Ubico a tantas de esa especie...indolentes, al punto de requerir terapia intensiva, con sus propios dolores y emociones. Jajajaj..muy buena entrada...
ResponderEliminarCierto!!!
EliminarGracias por comentar, Katty!!