Por Tania Yesivell desde Honduras
Aprender no es sencillo, pero es mucho más difícil olvidar lo aprendido.
Por eso es que ese refrán no se aleja mucho de la verdad, pero tampoco tiene mucho que ver con la edad del individuo. Lo cierto es que si hacemos las cosas de la misma forma durante mucho tiempo, se nos puede volver complicado aprender otras maneras de hacerlas; aunque sean más sencillas, aunque sean más cómodas. Porque cuando ya estamos cómodos en un sitio, trasladarnos a otro mejor no es apetecible.
Así que, ¿para que aprender algo distinto?
¡Ah! Esa es decisión de cada quién. Podemos aprender para hacer más agradable una tarea, para volvernos más eficientes... Por el simple deleite de probar algo nuevo. ¡Por diversión o por necesidad, eso no importa! Lo que cuenta es que tengamos un motivo. Uno nuestro. Porque, después de todo, es la falta de motivación lo que evita que un perro viejo aprenda nuevos trucos.
A menudo, cuando “ya es muy tarde”, se nos ocurre aprender... no sé, a andar en bicicleta, dibujar, ¡bailar ballet!
No dejen que un “es tarde” o un “ya aprendí lo que necesitaba”, los detengan. Sí, va a tomar trabajo, y si no lo queremos más que a nuestra comodidad, es probable que nuestro primer esfuerzo no lleve a ningún sitio. Pero a la motivación, por pequeña que sea, vale la pena darle alas.
Sé que hay algo que quieres. Sí, tú. Hay algo para lo que tienes potencial, algo que te causa curiosidad, algo que amas, algo que necesitas. Es hora de preguntarte, ¿a qué le tienes miedo? Y si la respuesta no es lo bastante buena, atrévete a desafiar el viejo dicho.
me encanta, después de este post tan motivante me di cuenta de que tengo muchas cosas que quiero aprender :)
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