Por Cebrina desde Chile
Cuando ya te cansaste de vivir bajo el anonimato, siendo un exiliado en tu propio país, ocurren dos cosas: que tu alma se desintegre y muera junto a los demás o te retires del país. Esta es parte de la historia de quien se fue a buscar vida y encontró más muertes.
Andrés siempre fue socialista y declaraba al mundo las injusticias de la vida, pero se vio atrapado entre un Golpe de Estado y sus sueños, que cada día se veían incompletos a causa del silencio y la pseuda-resignación. Ya a finales de los ochenta decidió marcharse lejos y comenzar desde cero. Entre la decisión y la acción, llegaron los años noventa y el tomar las oportunidades que la vida le daba con libertad y sentido, en vez que desde la obligación. Dejaba dos hijas y venía otra en camino, pero él sabía que lo hacía por un bien mayor.
Cuando pensaba en ese bien mayor, creía que el sentido común estaba en todos, pero se había equivocado. Veía como su ex suegra, siendo partidaria de un partido político y dirigente sindicalista, se llenaba los bolsillos o la despensa mientras sus compatriotas pasaban hambre y debían hacer filas para comer o vestirse. Su familia estaba acomodada, pero se sentía incomodo; siempre fue de los que andaba de un lugar a otro revolviendo el gallinero. Le decían el Loco Andrés en la Villa Italia, de la región de Valparaíso de Chile.
Se enfrentó a la policía y salió ileso. Se enfrentó a su ex mujer, pero salió con el rabo entre las piernas por ''picado de la araña'', sin la posibilidad de ver a sus hijas.
Cuando llegó a los Estados Unidos, se fue directamente a una ciudad donde hablan muchas lenguas y hay multitud de culturas: Nueva York. Pasó por diferentes trabajos y comenzó a creer que de verdad era el país de las oportunidades, ya que al poco tiempo abrió una pequeña empresa de construcción en Queens. Un día consiguió como trabajo, a través de un amigo, la restauración de un departamento en Manhattan. Ese día martes salió de su hogar y al terminar de revisar su próximo proyecto oyó algo como una bomba. Sintió y recordó la época de dictadura en Chile. No sabía lo que sucedía, pero alguien detrás de él apuntaba al cielo y ve que a unas cuantas manzanas un edificio ardía en llamas. Quiso entrar al subterráneo y le impidieron el paso, al preguntar por qué no funcionaba le contestaron que ocurrió un accidente en el World Trade Center. Él sabía, dentro de sí, que no era algo eventual, sino planificado. Se angustió, llamó a casa y el teléfono estaba colapsado, al igual que el tráfico, y debió volver a Queens caminando, desesperado, recordando y muriendo un poco por dentro. Pensaba frenéticamente en el 11 de septiembre de 1973 y ahora del 2001. Recordó lo que un amigo italiano le había dicho: ''En la Kábala el arcano 11 es la persuasión. Sale una mujer hermosa y tranquila que con sus propias manos cierra la boca de un león. Significa que solamente la fuerza del amor puede tener espíritu. Por eso amigo mío, los que obraron mal creían que amaban, pero olvidaron el amor a nuestros vecinos''.
Increíble lo que cuentas, salir del país y tener que revivir un suceso terrible de muerte y destrucción, revivir lo ya vivido. Debe haber sido terrible. Pienso que tanto como la gente exiliada como la que se quedo en el país, no se que es peor, tener que dejar tu país, abandona la patria, o haber tenido que aguantar tantos años de miedo, de represión, de abandono y terror, de callar, el no tener la libertad de elegir quedarse y el no tener libertad en tu propio país es algo que no puede suceder más en la historia del mundo.
ResponderEliminarPero, eso pasa a diario en diferentes culturas, países o entre las relaciones de amistad o pareja. Crear conciencia y valores en torno al sentido común es una necesidad básica.
EliminarEs tan cierto lo que dices. Lo sucedido tanto en Chile como en Estados Unidos no es más que el terrible ego disfrazado de amor por la patria.
ResponderEliminarMe paraliza tu entrada, no me hubiese gustado estar en los zapatos de Andrés. Desde este lado de la vereda ya se percibe complejo.
Mi viejo tuvo que vivir eso y más. No sé qué piensa la gente sobre el poder, pero es lo único que quiere. Pisotear a todos
EliminarUn amigo leyó tu columna y me dijo que le gustó mucho literariamente hablando... A mí me gustó la historia, me fue muy difícil abstraerme y ver la hermosura literaria con tan potente relato.
ResponderEliminarExcelente!
Gracias señorita editora. Solamente pretendía contar una realidad de muchos chilenos que se fueron a aquel país y pasaron nuevamente por lo mismo y esta fue la mejor forma, como cuento. No quise hablar más allá sobre lo que pienso sobre el Golpe, porque como P0ps somos hijas de la dictadura y vagos recuerdos.
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