Por Tania Yesivell desde Honduras
Supe sobre otra feria del libro.
He leído al respecto. Los lectores y escritores las mencionan en las redes sociales. No falta un bonito artículo en un blog o revista digital, los avisos sobre la próxima que se presentará. Y sin embargo, jamás he tenido la oportunidad de participar en una feria del libro. No voy a empezar a detallar motivos porque no quiero alimentar al lobo interior de la negatividad.
No es el punto central de esta entrada.
Sólo me di cuenta de pronto de que no creo que vaya a darse la oportunidad. Y, ¿por qué no? ¿Por qué no publicar un libro o vivir cien años? ¿Por qué no viajar por Europa o trabajar en una editorial ecologista? Lo cierto es que no lo sé. Uno acaba por creer que “no” es la única respuesta. Y mientras lo crea, lo será. Esa es la peor parte, el círculo vicioso del no.
Feria del libro. Convención de Comics. Inglaterra. Islas de la Bahía. Un viaje en tren. Tocar el violín. Mi lista de cosas por hacer antes de morir es tan larga como imposible. Porque he vivido todo este tiempo bajo la costumbre -que no sé si sea muy sana- de que si algo está a mi alcance es mejor tomarlo antes de que desaparezca, y la absurda filosofía de que si algo no lo está debo resignarme. Ojalá pudiera evitarlo.
Ojalá mi lista de deseos fuera motivación en lugar de ser una lástima. Pero no sé cómo se cambia eso.
Debo decirles, porque sé lo que pesa un ancla como esa: no dejen que les pase.
Desde luego, hay otra cara en esta moneda, pero como se sale del tema, me lo guardo para la próxima.
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