Por Lulai Leo desde Argentina
Acá estoy mirando la página en blanco
del Word como si estuviera loca,
pero sé que aquellas que escriben me entenderán. Cuando tu mente no quiere
cooperar no coopera y a ti no te queda más que tragarte todo ese orgullo de
escritora, cerrar la tapa de la notebook e ir a buscar la inspiración en otro
lado, para que te asalte justo cuando
menos te la esperas. Cinco minutos antes de dormirte, en la ducha, de
camino a la facultad. Lugares impensados donde no tienes papel y sabes que no
podrás retener esas ideas hasta la mañana, ni siquiera logras retenerlas hasta
que te enjuagas el cabello, te secas y corres como desquiciada a tu habitación
para revolver todo en busca de un papel y una birome para anotar tus ideas. Y,
resulta que cuando haces todo ese quilombo, ante la mirada
extrañada de los otros habitantes de tu casa, esa súper idea que te había
iluminado se ha ido.
La inspiración, esa cosa que se escapa de nosotros como si
jugáramos a pillarnos y, le encanta correr tras nosotros cuando tenemos que
estudiar o trabajar o no estamos en el lugar adecuado. No hablo ni de musas ni
de nada mágico, solo eso que te golpea de vez en cuando y te hace llenar páginas
y páginas de cosas interesantísimas.
Usualmente no puedes controlarla, pero
cuando ya conoces como es la tuya sí puedes estimularla. Yo, por ejemplo, se que
la música es una gran fuente de inspiración. Además, ver series, películas o
leer un libro también puede ayudarte a escribir. A mí me sirve, pues la sensación que me dejan esas cosas, hace brotar las palabras.
Yo creo que la inspiración esta
mayormente basada en los sentimientos de uno. Mis sentimientos son la base de
la mayoría de los escritos, al releerlos luego de un tiempo sigo creyendo
que son buenos. La tristeza y la soledad son mis mejores inspiradoras. Lo cual
es algo espantoso si uno lo piensa. Pues, dónde esta la belleza si para
escribir algo memorable tengo que deprimirme. No tengo idea, pero esas dos
emociones son la chispa que desata miles de otras emociones en mí, me hacen escribir desde la historia más dulce hasta la reflexión más cruda.
Aquí me tienen, escribiendo sobre la
inspiración, porque he llorado alrededor de un cuarto de hora luego de pelear
con mi hermano. Ustedes son los que dirán, si esto es bueno o no. Yo puedo
decir que es cierto. Para mí, es cierto.
Uff! Como te entiendo. Me pasaba en pregrado con los ensayos y me pasa ahora amenudo con el blog. En mi caso específico es más un tema de que la idea está, pero se niega a fluir; las palabras no salen ¡y no salen! O peor, salen, pero no son las que quiero. Y claro, cuando finalmente las encuentro, como tú, no hay donde anotar :(
ResponderEliminarCreo que lo que pasa con los momentos negativos es que nos despiertan emociones fuertes y eso hace que las ideas se muevan y no nos demos tantas vueltas en como ponerlas. Al final creo que es eso; la conexión emocional con la entrada la que hace que todo salga.