Por Maha Lub desde España
Ambas Madrastras comenzaron sus relaciones meses después de la ruptura de sus Príncipes con Las Damas Predecesoras. Tanto La Rusa como La Conductora de Ambulancias compartían contexto laboral con sus enamorados, trabajaban en lo mismo pero no juntos. Independientes y triunfadoras, las dos eran mujeres muy bellas y ninguna de ellas tenía hijos.
Como prometí, hoy en Be Madrastra,
Princesa, voy a explorar el sentimiento de culpa que arrastran nuestros
hombres. No importa como fueran sus relaciones con las madres de sus hijos, ni
los motivos que llevaron a la ruptura, el sentimiento de culpa, real o
injustificado, es un común denominador; toda madrastra tendrá que aprender a no
cargar con las cadenas de culpabilidad de su pareja.
¿Cómo puede ese sentimiento de culpa
llegar a afectarnos? ¿Qué podemos hacer para que no envenene la convivencia
familiar? Y más importante todavía, ¿cómo evitar que sabotee nuestra relación?
Analizaré el caso de dos madrastras, La Rusa y La Conductora de Ambulancias,
una de ellas se ha convertido en toda una experta manejando el sentimiento de
culpa de su marido, la otra… se fue haciendo “fu” como los gatos, pobrecilla La Rusa,
viendo como corría ya debe haber pasado los Cárpatos.
Ambas Madrastras comenzaron sus relaciones meses después de la ruptura de sus Príncipes con Las Damas Predecesoras. Tanto La Rusa como La Conductora de Ambulancias compartían contexto laboral con sus enamorados, trabajaban en lo mismo pero no juntos. Independientes y triunfadoras, las dos eran mujeres muy bellas y ninguna de ellas tenía hijos.
¿Más paralelismos?
Ambos Príncipes salían de largos
matrimonios y portaban una parejita de retoños. Los dos creían en la familia
por encima de todo, procuraban aparentar que nada había cambiado; en la
superficie se esforzaban por seguir interpretando el papel de figura autoritaria
y padre ejemplar, en el fondo, la culpa por no haber sido capaces de conservar
la unidad familiar influía en todos sus actos. Si los niños se portaban mal, si
no comían espinacas, si contestaban, si tenían fiebre, si suspendían, si se
peleaban, si pasaba cualquier tontería, estos Príncipes se sentían
responsables, para ellos todo se debía a "la separación". Así pues, consentían
a sus hijos comportamientos inaceptables aunque naturales en cualquier
criatura, esto chocaba directamente con sus esfuerzos por seguir siendo
educadores modélicos.
Pese a partir con tantas semejanzas, las
historias de hoy pronto se separarían. Analicemos los acontecimientos y las
maniobras de nuestras Princesas.
- La Rusa tardó unas cuantas semanas en asumir su papel de madrastra mientras que La Conductora de Ambulancias se tomó su tiempo.
- La Rusa empezó a trabajar mano a mano con su Príncipe sin embargo, La Conductora de Ambulancias lo evitaba con ahínco.
- La Rusa se esforzaba por estar presente en todos los planes del Príncipe con sus retoños. La Conductora de Ambulancias, siempre que podía se quitaba del medio.
- La Rusa hizo del castillo del Príncipe su morada mientras que La Conductora de Ambulancias permaneció en su palacio.
- La Rusa quiso hacerse amiga de los retoños, La Conductora de Ambulancias se portó con sus hijastros del mismo que lo habría hecho con los hijos de sus amigos.
- La Rusa cargó con las cadenas de su Príncipe, aceptó todas las decisiones que este tomaba desde el sentimiento de culpa. La Conductora de Ambulancias discutió con todas sus ganas ese tipo de decisiones, siempre y cuando le afectasen a ella directamente, claro está.
¿Qué conclusiones saco de estas historias?
Primera
El sentimiento de culpa, sí o sí, siempre va a estar presente y va a ir “in crescendo”. Como Madrastras, no podemos consentir que nos conviertan en carga extra para esa culpa. La Conductora de Ambulancias, dejó que su Príncipe expiara sus pecados dando espacio a la relación de este con sus chicos. Ella entró en la vida de esos niños de forma natural y progresiva, no les robó a su padre ni se esforzó por convertirse en su amiga. La Rusa tardó unas pocas semanas en ser La Madrastra y estar presente en todo momento, al jugar, al reír, al patalear, al dormir… Pasó a convertirse en carga para la culpa de su Príncipe, todos sabemos lo que sucede cuando nos pasamos de peso, ¿verdad? Dejamos en tierra lo que menos importa.
Segunda
No invadas el contexto laboral de tu Príncipe, deja que se desahogue con los compañeros de trabajo, así después no te dará tanto el coñazo.
Tercera
Si quieres mantener esa culpa alejada de tu
relación, ¡ni se te ocurra mudarte bajo el techo de tu Príncipe! ¿En serio
quieres echar raíces en los mismos suelos donde se derramaron lágrimas por La
Dama Predecesora? Naaaaaaaa. OK, sin bromas, abriendo las puertas de tu hogar a
tu Príncipe y sus retoños ganarás más puntos, les estarás dando un espacio
libre de culpa. Otra buena opción es crear un hogar desde cero que sea nuevo
para todos. Cuando la casa es tuya o creas un hogar tienes ciertos privilegios
y puedes poner algunas reglas, la más importante: Que nada de lo que el
Príncipe haga para compensar su sentimiento de culpabilidad, sea motivo de provocar sentimientos de culpa mayores en el
futuro.
Cuarta
¿En serio alguien creyó que era buena
idea hacerse amigo de un crío??? ¿Pero en qué mundo viven, Princesas? ¿Acaso no
ven las noticias? Con un amigo sacamos nuestros lados oscuros, nos engorilamos,
hacemos tropelías, vivimos aventuras, nos desinhibimos, bebemos, fumamos, le
machacamos la jeta a balazos jugando al paintball… ¿Cómo vamos a actuar así con
un niño? Los niños deben ser tratados como niños, nuestra obligación como
Madrastras NO es ser sus amigas sino darles cariño, protegerlos y enseñarles
cuanto sabemos.
Quinta
No alimentes el sentimiento de culpa, ignóralo cuando no te afecte y si te salpica, expón la obviedad, aunque te cueste una discusión.
Seguramente habréis hecho un
análisis propio de los casos de La Rusa y La Conductora de Ambulancias, ¿sacaríais otras conclusiones? Y desde
vuestra experiencia, ¿conocéis más estrategias para mantener a raya el
sentimiento de culpa de nuestros Príncipes?
Compartan su sabiduría, Princesas… Pueden
mandar sus vivencias, miedos, dudas y sugerencias a a
bbinternacional@bebloggera.com usando como asunto BMP.
La semana que viene nos pondremos picantes, si queréis llegar preparadas para la próxima entrega de Be Madrastra,
Princesa, os pondré una tarea… Comprar un modelón de lencería bien "provocateur".
Bueno, yo no me he juntando nunca con un divorciado con hijos a sabiendas, ni viudo, ni casado con problemas... Y si lo descubrí por misma, porque ellos no suelen decirlo si te quieren para un rato; pues ahí acaba todo, en un rollo de verano.
ResponderEliminarCuando no te lo dicen y llevas un tiempo con ellos y ves cosas raras, les haces preguntas y como dices tú, o te quieren y siguen contigo y te lo cuentan, o te abandonan ahí.
A mí esto me recuerda a una película muy graciosa "The Holiday", donde Jude Law hace de viudo con niñas... Muy curiosa la historia que hacen. A veces, hay que tomarse la vida de risa, para que se queden más pillados. Pero claro, no es un Jude Law, ni es una película...
Nunca he estado en sea situación, pero sí hubo uno que una vez iba con anillo y le pregunté, y me dijo que lo llevaba desde niño... Claro, este tipo de situaciones te hacen pensar, y dices "si me miente a mí que voy de rollo, qué habrá estado haciendo con su Dama". No lo quiero ni pensar.
Así que, mejor pasar el rato y no acercar a nadie a tu casa, que para eso es tuya.
De todas maneras, a ciertas edades sólo encuentras divorciados, separados, niños, o maridos con problemas conyugales.
No te creas a salvo, Marieta... ¡El mundo está lleno de madrastras en potencia!
ResponderEliminarMe apunto "The Holiday" en la lista de pendientes ;)