Por La Churro desde Chile
Después de 118 largos y agónicos días, por fin mi
abstinencia sexual ha finalizado (por favor los fuegos artificiales y brindis
con champaña). Afortunadamente, siempre existe un vecinito de buena voluntad que
te puede prestar algo más que una tacita de azúcar. Pero en los tiempos de gloria no hay que olvidarse de aquellos
que te acompañaron en los momentos de derrotas, penurias y escacés. Así que hoy,
para finalizar esta sección, les contaré la historia de cómo llegó a mi vida quien nunca me falló en estos días de desgracia, el único que es
simplemente perfecto: Mi Bryan Romeo; mi amado dildo.
Imagen de www.gettyimages.com |
Por una época en la que decidí ser "seca
pa'l..." quise invertir mis ahorros en juguetitos sexuales que me
aseguraran una abundante y absolutamente plena vida sexual. Para ello hice un
evento en mi casa con mis más adoradas mujeres, y organicé que fuera un conocido sex shop que
lleva a tu casa una serie de divertidos elementos para que puedas conocerlos,
apreciarlos y comprarlos en la comodidad de tu hogar y en la compañía de tus amigotas
malas influencias.
A la chica que nos haría la
presentación de los productos yo le había pedido encarecidamente que me
llevara las Smart Balls, porque según yo era la mejor inversión que podía hacer en mi vida.
Acompañadas de unos vinitos y un rico
cocktail, la chica comenzó a mostrarnos los juguetitos. Partió por los simples aceites de masajes
y velas aromáticas para ir incrementando la lujuria hasta llegar a rebuscados
artilugios, que vibran, masajean, estimulan, tienen luces láser y por
poco curan el cáncer. Eran demasiado rebuscados para mí, y yo solo tenía en mente
mis maravillosas bolitas geisha. La chica me las pasó mientras el resto de las
comensales disfrutaba curioseando entre mil y un tipos diferentes de vibradores,
pero ninguno de ellos llamaba demasiado mi atención. Al verlas tan entusiasmadas digo
"no me metería una de esas cosas, yo necesitaría algo lo más patecido a un pene real". Entonces la vendedora dice "¡ah! también tengo esto", y saca de su
maleta llena de productos un empaque de plástico transparente con algo largo y
morado en su interior. Fue amor a primera vista. Nunca había creido
necesitar un dildo, hasta que lo vi y mis ojitos brillaton como nunca.
Era un adorable Basix Rubber Works 6.5'' Dong.
Hergonómico,
flexible pero manteniendo la rigidez necesaria, libre de látex, se
amolda a la temperatura corporal, hipoalergénico, fácil de lavar y con unos perfectos
16 cm. insertables. Súbitamente entendí la fascinación de los hombres por aprenderse los modelos de auto y sus características.
Fue amor a primera vista |
Lo tomé entre mis manos, lo miré con amor y
dije, "Es mio. Me lo quedo". Jamás en mi vida había pensado en
adquirir un juguete de esos, pues mis manos eran lo suficientemente hábiles y la
escacés no era un tema
que me preocupara demasiado en aquel entonces. Pero era el destino que lo había puesto en mi
camino.
Coincidentemente de fondo tocaban "hoy
es noche de sexo, voy a devorarte nena linda, hoy es noche de sexo y voy a
cumplir tus fantasias...(8)", y mi prima me dice que debo ponerle un
nombre. Debía ser algo que me incitara una calentura desproporcionada... algo
cono Jhonathan o Byron. "Algo como el chico de las poesías", me dice, a propósito de la canción. Bryan Romeo, ese era el nombre perfecto. Pero ojo, debe ser
pronunciado en inglés "brayianromiou". La mezcla perfecta entre el flayte de
mis sueños y el dominador de la labia.
Al pronunciar su nombre me imagino a un
flaite con los oblicuos bien marcados, comiendo chicle de menta y que huela a
sobredosis de perfume caro, que con un reggeton de fondo me guiñe el ojo, y tras
un perreo hasta abajo o una bachata bien sobajeada, dice al oído "me enamoré de su ojito de color reina". De
esos que te hacen el amor como fieras dejadas en libertad, a los que les gusta
que les dejes las uñas marcadas, de esos que siempre te dejan estar tú encima y te agarran firme para ponerte allí con una fuerza que ni te
imaginaste, y todo el tiempo te dicen cosas al oído como "que suavecita su
piel" o "eso, eso, mójese no ma mi amor", que te preguntan si
"te fuiste", porque les importa, que siempre te tratan de
"usted", y nunca dejan de abrazarte en el post mientras dicen frases
cliché sobre el
destino y el amor que supuestamente nos unieron (destino que por cierto no dura
más de una
noche). Uf! calentura ipso facto.
Desde el 2011 que Bryan Romeo es mi
compañero inseparable en abstinencia o abundancia, jamás me ha fallado, y aunque la
tecnología avance, les juro que no lo cambio por nada del mundo. Simplemente el
encanto y perfección en lo simple, justo lo que necesitaba y jamás creí requerir.
Incluso hay noches en que me despierto sudorosa y jadeante, y no llamo ni a
Conejo, ni a mi Viejo, ni a Barman Toyboy, ni mi mejor amigo, ni ninguno de mis
más perfectos
amantes, sino que pronuncio el nombre de Bryan Romeo y él llega para seguir alimentando mis
más perversas fantasias. ¡Uy! Escribir todo esto ya me calentó. Bryan Romeo, espérame, esta noche seré tuya.
Lo único que voy a decir es que ... cómo no fui invitada a esa reunión, exijo explicaciones ajjaajjaj
ResponderEliminarY quiero uno de esos
aaaaaaaaaaaaaaaaah!!!! yo lo quiero!!!! hemos estado pensando comprar juguetitos en pareja...y ese amante definitivamente lo quiero!!!!
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