Por La Churro desde Chile
En mi noche desenfrenada de besos sin nombre (lea aquí), entre el menú internacional me encontré con un irlandés. En un principio él parecía diferente a los demás que sólo buscaba besos, toqueteos, sexo y diversión sin importar con quién. El Irlandés fue muy caballero, me invitó un trago, conversamos, bailamos, era muy dulce, suave y hasta tierno. Pero el perfecto Irlandés cuando se sacó la máscara, terminó siendo peor que los demás.
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Después de pasar un rato agradable juntos, aparece un amigo de mi Irlandés diciendo que quería irse a casa. Él me preguntó si me gustaría acompañarlos, a lo que respondí que me quería quedar en la fiesta y podía marcharse si quería. Finalmente el amigo se retiró y él decidió quedarse conmigo. Por un buen rato insistió en que me fuera con él, pero yo estaba tan entretenida en la fiesta que sólo quería estar ahí. Eran mis vacaciones y una de las pocas oportunidades en que puedo compartir con mi adorada prima y quería aprovechar esa instancia con ella.
El Irlandés siguió insistiendo en que cuando terminara la fiesta me fuera a su alojamiento a pasar la noche con él. Sus intensiones eran claras. Pero honestamente, quería irme a casa con mi prima y disfrutar mi tiempo con ella, bailar y chismosear un poco más en aquel lugar, las risas camino a casa, la comida del bajón, los diálogos trasnochados de ebrias... y el Irlandés insistía e insistía.
Me argumentaba que se estaba alojando en un lugar tranquilo, que luego me pagaba un taxi hasta mi casa, que nada malo me iba a pasar... pero yo no tenía temor de pasar la noche con un extraño, era simplemente que esa noche mis afectos eran más importantes que mi libido. Tanto insistía que tratando de zafarme me inventé ser la niña buena, que mi familia me esperaba en casa, que me daba miedo andar en una ciudad desconocida, que yo no hacía esas cosas y todo un cuento que ni yo misma me creo.
Tanta fue mi negativa que me dice "Entonces vamos al baño..." y me tironea hasta allá. Fue tan desagradable su actitud que me paré en seco y le digo "¡No! No quiero tener sexo contigo". Me mira sorprendido y me dice "Eres rara". Yo le abro mis grandes ojos muy extrañada y me repite "Rara, ¿entiendes esa palabra?" (estábamos hablando en inglés y quizás creyó que no conocía la palabra). Le digo que sí, pero que no entendía por qué lo estaba diciendo. "Me besas, me tocas, y ahora no quieres tener sexo conmigo". Quedé tan sorprendida que le dije "Gracias por el trago, lo pasé bien contigo, pero no tendrás nada más de mí. Mejor te dejo solo para que busques a otra". Me di media vuelta y me marché.
Ahí me llené de un cuestionamiento. Los besos, caricias, toqueteos, ¿siempre son la antesala al sexo?, ¿acaso no puedo dejar sembradas las fantasías sin la necesidad de concretarlas? ¿Cuándo los besos perdieron su valor per se y se transformaron en una burda carta de invitación a la cama? Me gusta disfrutar de los besos, las caricias y las manos traviesas. ¿Acaso esos actos deben concretar una penetración?, ¿son ellos una promesa de coito? Yo los disfruto así, cada uno por separado sin saber si habrá un paso más, ¿soy yo la equivocada? Si abro la puerta del libido, deseo e incitación, ¿puedo cerrarla cuando quiera? ¿Quién pone los límites en las noche de exceso como esa? (¿Hay límites?) Cuando ya has probado de todo y con tantos, como es mi caso, ¿tienes el derecho a retractarte e ir en reversa o en el sexo no hay arrepentimientos y siempre debes ir in crescendo?
El Irlandés me hizo pensar en todos mis actos moralmente cuestionables y al punto al que he llegado. La virginidad no se recupera, los recuerdos no se borran y mi cuerpo ya está lleno de tanto pecado que ni duchas de agua bendita podrían deshacer. Sus palabras resonaban en mi cabeza "Eres rara" y me invadió una pena enorme. Busqué a mi prima entre la multitud para decirle que me iba, no quería más besos sin nombre ni sexo sin amor. Le conté la historia a ella, me mira y me dice "No seas tonta prima, eres maravillosa. Disfruta. Yo te quiero". Y el saber eso, que tengo el amor incondicional de quienes realmente me conocen, que no me juzgan y me valoran a pesar de mi historia y errores, me bastó. Seguí bailando y llenándome de besos internacionales (aunque aún sigo haciéndome todas esas preguntas y muchas más).
No te preocupes, hay gente como ese irlandés que si que es raro, tu besa a toda persona que quieras, y toquetea a quien quieras, no eres rara, disfrutas asi sin mas, estoy de acuerdo con tu prima, eres maravillosa tal y como piensas y como actuas, no cambies ni tengas pena.
ResponderEliminarUn abrazo
Que reconfortante ese abrazo que me envías María, y tus palabras también. Muchas gracias :)
EliminarMe encantó!!!... no soy la única que piensa esas cosas, y más aún, me das valor al negarme cuando simplemente, no tengo ganas!!... que ellos lo entiendan quien sabe, pero no importa.... genial!!... no eres rara, eres bella ♥
ResponderEliminarSería él el raro.
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