Por Tania Yesivell desde Honduras
No me están preguntando (y sería muy raro que lo hicieran) pero, en este espacio quisiera aprovechar para sacar un tema un tanto... literario. Sucede que, de la forma más repentina posible, me he encontrado con un “campamento virtual para escritores”. Llegué en el día dos, anoté un par de datos en mi perfil, me obligué a darle título a mi historia (que se supone habré terminado cuando acabe el mes).
Es curioso que ocurra justo cuando mi parte desmotivada por las publicaciones estaba a punto de influenciar a esa parte de mí que nunca parece cansarse de escribir. Es curioso que ocurra justo cuando acababa de decidir que “esta historia la llevaré con calma, quizá unos cuatro capítulos en el mes, pero lo más probable es que ni eso”. Es curioso que me diera cuenta a pesar de que siempre ando en las nubes.
Quizá es el universo conspirando a mi favor, quizá sólo puse atención por un segundo y bastó para engancharme porque estaba predispuesta.
Mi entusiasmo no está en el objetivo de escribir tantas palabras, o en acabar la historia (se suponía que lo iba a hacer tarde o temprano). Lo que ocurre es que hay -sea por bien o por mal- miles de personas en el mundo con las cuales, justo ahora, tengo algo agradable en común. Esas cosas me vuelven optimista.
¿Alguna vez han pensado que aunque no hay dos personas iguales, tampoco hay dos personas que no tengan nada en común? ¿No les dan escalofríos de sólo pensar todo lo que eso puede significar?
Buf, yo debo haber dado con los que menos se parecen a mí.
ResponderEliminarSí, eso también ocurre, Marieta. Pero por ahí andan, personas afines. (A mí también se me esconden a veces jajaja).
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