Inquebrantable: una (fallida) oda a la resiliencia

Una de las cualidades más inspiradoras del ser humano es su resiliencia, su capacidad de levantarse tras caer y de sobrevivir ante cualquier adversidad. Tanto en el cine como en la literatura abundan los ejemplos de personas heroicas que, contra todo pronóstico, sobrellevan situaciones extremas haciendo uso exclusivo de su imaginación, desposeídos de todo cuanto poseen excepto de su deseo de vivir. Inquebrantable es una más de estas historias, está basada en la vida real de Louis Zamperini (Jack O'Connell) y su asombrosa transformación de inmigrante italiano en Estados Unidos a atleta olímpico; de soldado a náufrago y finalmente a prisionero de guerra. Pero lo que pudo ser la obra revelación en la carrera de Angelina Jolie como directora, resultó en un sombrío recuento de una serie de hechos históricos enfocados principalmente en actos repetitivos y brutales de tortura que, luego de 137 largos minutos, acaban por agotar en lugar de inspirar a la audiencia.



Los primeros minutos de Inquebrantable se concentran en la evolución de Zamperini de niño rebelde a joven atleta olímpico y cumplen con presentar la frase que se convertirá en el eslogan de la película: “If you can take it, you can make it” (si puedes resistir, puedes lograrlo). Acabada la primera mitad del filme, Zamperini ya es un valiente bombardero aliado en plena Segunda Guerra Mundial que, tras un accidente de avión, naufraga durante 47 días en medio del Océano Pacífico junto a dos de sus compañeros hasta ser rescatado por un navío nipón y transferido a un campo de prisioneros de guerra en Japón. Es en ese momento que Inquebrantable se convierte en una crónica tediosa de supervivencia donde lo único más inquietante que las constantes escenas de golpizas injustificadas, es la fijación homo-erótica que desarrolla el sargento Mutsuhiro “El Pájaro” Watanabe (interpretado por el cantante pop japonés Takamasa Ishihara) por el desdichado Zamperini, que por lo que resta de filme no realiza acción alguna más que resistir y sobrevivir.

El problema de Inquebrantable es que nunca da espacio en pantalla a la vida interna de Zamperini, conformándose con la mera exposición de su desgracia. Al final lo único que vemos en esta película es a un hombre, que podría ser cualquier prisionero en cualquier guerra, siendo abatido una y otra vez por la mala suerte y por Watanabe (un personaje, además, caracterizado como una caricatura del mal). Jolie tomó las vivencias de un hombre extraordinario y las transformó en un personaje mediocre, en un filme promedio, cuyo mayor mérito es la bella fotografía y la, en ocasiones, gran actuación de O’Connell y Domhnall Gleeson.



Este filme fue disfrutado en la comodidad de las maravillosas butacas reclinables de una de las salas Premier del Cinemark Alto Las Condes.

Por Nicole Bellet desde Chile




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