Dirigida por James Marsh, La Teoría del Todo (The Theory of Everything) explora la vida del afamado físico teórico y cosmólogo, Stephen Hawking (Eddie Redmayne) y su lucha contra la ELA, enfermedad moto-neuronal que lo postraría en una silla de ruedas por el resto de su vida. Pero más que una biografía sobre el científico, ésta es una historia de amor centrada en la relación de Hawking con su primera mujer, Jane (Felicity Jones), desde su encuentro en la universidad de Cambridge, donde Stephen realizaba su doctorado y los síntomas iniciales de su enfermedad comenzaban a manifestarse, hasta su separación varios años más tarde. Redmayne interpreta al joven Hawking de manera precisa, consiguiendo imitar la progresión de sus síntomas sin jamás caer en exageraciones o vulgaridades. Asimismo, Jones captura a la perfección la angustia contenida que surge de su impotencia frente al lento pero incesante deterioro del cuerpo de su marido.
La película
comienza con el encuentro de Stephen y Jane en una fiesta universitaria. Él es de ciencia, ella de arte (poesía medieval española, para ser exactos), la
conexión entre ambos es instantánea. Luego de un breve romance, la pareja contrae matrimonio
y, si bien la enfermedad empeora cada día, son otras las tensiones que
empiezan a corroer la relación. En particular, la fe en Dios o, más bien, la
falta de fe en Dios. No es coincidencia, por ejemplo, que Stephen sufriera el
más grave de sus ataques la misma noche en que Jane sucumbía ante su deseo por
Jonathan, el director del coro de su iglesia. La posterior traqueotomía, que le
impide volver a comunicarse por medio del habla, se presenta en el relato casi
como un castigo divino a la infidelidad de Jane, pero, más importante aún, como
el reflejo del verdadero obstáculo en la relación de los Hawking. Es, al final,
el ateísmo de Stephen en contraste con la devoción cristiana de Jane, lo que acaba por destruir este matrimonio.
Si bien este es un filme conmovedor e, incluso, inspirador, el mayor problema de La Teoría del Todo es que abusa del sentimentalismo. Marsh simplifica la
ciencia hasta el punto de reducirla a una anécdota; a un par de epifanías
(también motivadas por alguna emoción) y a alguna que otra escena frente a una pizarra cubierta de fórmulas matemáticas, abandonando por completo cualquier
exploración a fondo del intelecto de Hawking. Sin embargo, dedica incontables
escenas a los altibajos de la relación y a la abrumante carga emocional de
vivir con ELA. En cualquier otra película, ésta sería una fórmula desastrosa, pero
lo que redime a La Teoría del Todo es el excepcional desempeño de sus actores
principales y el profundo respeto con que retratan la vida de uno de los
científicos más importantes de nuestros tiempos.
Agradecemos a Cinemark Alto Las Condes por la invitación a disfrutar de este filme, nominado a los premios Oscar 2015 en la categoría de Mejor Película.
La vi! Es hermosa! Un canto a la vida a diferencia de lo que uno espera.
ResponderEliminarLa resumiría en las limitaciones estan en la mente y no en el cuerpo!