Porque a veces la creatividad necesita un poco de ayuda para manifestarse, quiero compartir con ustedes tres cortometrajes que siempre consiguen inspirarme cuando más lo necesito.
Una reflexión sobre la pobreza, la infancia, la violencia y la culpa. Dirigido por Jun Kang, este cortometraje captura en tan solo 7 minutos la trágica realidad de aquellos niños que deben vivir como adultos, enfrentados a situaciones moralmente ambiguas y forzados a tomar decisiones imposibles. Una tragedia filmada de manera hermosa, y un llamado a poner las cosas en perspectiva.
Dos extraños en una cita comparten historias sobre su primer amor. De pronto los recuerdos se vuelven palpables; los olores, los colores, todos regresan para invadir los sentidos—y la pantalla. Escrita y dirigida por Ben Briand, Apricot cuenta una historia sensorial y sencilla, con un final inesperado y dulce.
Una familia en Ucrania se ve forzada a abandonar su hogar y todas sus posesiones sin saber por qué; “un accidente”, anuncian las autoridades. El drama que afecta a esta familia es retratado de manera sutil por la directora Juanita Wilson, quien hace uso de una puerta como guía en este trágico relato inspirado en un sombrío evento histórico.
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