Hay gente que ya no está en mi vida, no sé por qué. Pasó el tiempo y si me lo preguntan, no sé por qué dejó de estar. Gente que fue parte de mí, de lo que hacía y dejaba de hacer, de lo que planeaba, de lo que me dolía, de lo que me hacía feliz. Nostalgia le llaman, lo sé. También sé que no lleva a ningún lado; no se puede viajar en el tiempo y traer las cosas que podemos jurar que estamos sintiendo en el presente, en este aquí y en este ahora. Tampoco sé si realmente quisiera volver atrás. No, de hecho no. Pero de vez en cuando tengo ese sentimiento, así, de la nada. Me invaden preguntas que no sé de dónde salen ni hacia dónde van. Me adormecen, me cuestionan, me angustian, me endulzan, me extrañan, me carcomen, me paralizan, me ilusionan. Por qué o para qué. Y ahora qué es. Y realmente qué pasó. Qué piensan de lo que pasó, sentirán como yo o el dar vuelta la página es tan definitivo que ni se les ocurre releer viejos capítulos.
Hay gente que ya no está en mi vida, no sé si en ese momento me di cuenta de que ya no iban a estar. No sé si yo lo provoqué o si ellas, como mandato del destino, habían terminado su estadía en mi historia. Tampoco sé si en su avanzar estarán las mismas dudas tocándoles la puerta de vez en cuando, cada vez que la soledad les baja las defensas.
Hay gente que ya no está en mi vida y lo cierto es que no sé por qué. Tal vez un día, la gente que forme parte de mi futuro, me haga ver el para qué.
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