Sicario, a estrenarse en Chile en diciembre, nos lleva a un territorio más que conocido en Hollywood, los carteles de drogas en México y la permanente batalla americana por detenerlos. Esta temática trae consigo una serie de prejuicios respecto a quién es el verdadero responsable de la violencia, cuánto deberían realmente interferir los norteamericanos, y hasta qué punto cada consumidor debería sentirse responsable por las atrocidades que se cometen en lugares como Juárez para satisfacer su vicio.
A diferencia de muchos de los filmes de su género, Sicario no trata de dejarnos con una moraleja o sugerir una solución a este problema —aunque sí cae en el cliché de mostrar al pobre niño mexicano jugando fútbol en un terreno baldío luego de perder a su padre en un conflicto por drogas. Esta cinta se asemeja más a un filme de guerra, al estilo Zero Dark Thirty (2012), que a uno sobre narcotraficantes, y eso le da puntos extras.
Dirigida por Denis Villeneuve, la película inicia con un intento fallido de capturar a un conocido capo de la droga en el lado americano de la frontera. Emily Blunt interpreta a Kate Macer, una agente del FBI que, a pesar de su permanente frustración con su trabajo, mantiene una visión idealista de su labor y valora los “procedimientos”. Su personaje es algo así como una versión amigable de Ed Exley (Guy Pearce) en L.A. Confidential (1997), pero mucho menos interesante y tremendamente pasivo. Si bien Kate Macer es la protagonista de Sicario, el personaje que en realidad lleva la acción y se roba la pantalla es Alejandro, un agente de origen misterioso interpretado a la perfección por Benicio Del Toro. Alejandro actúa mientras Kate duda y, si no fuera por él, la trama permanecería estática.
La película se pone interesante cuando el equipo, liderado por Matt Graver (Josh Brolin), cruza la frontera a Juárez y las reglas que aplican a Estados Unidos dejan de existir. Aquí la cinematografía y la música juegan un rol sobresaliente y consiguen una atmósfera que entremezcla la agobiante tensión con la acción liberadora de manera extraordinaria. Sicario es de esos filmes que la crítica ha endiosado de forma innecesaria; esta, definitivamente, no es una obra maestra. Sin embargo, es una muy buena película que merece ser vista en la pantalla grande.
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