No he querido aceptarlo, pero nos hemos convertido en dos extraños. ¿Cómo es que, a veces, no sé qué hablarte? ¿Cómo es que, a veces, y a pesar de tantos años juntos, hasta me he sentido incómoda estando junto a ti? Jamás habíamos tenido silencios incómodos.
Siento un profundo dolor porque aún te amo, aún me gustas, aún te deseo junto a mí, y es irónico sentirme tan rara, como si no te conociera. Siento rabia al ver cómo te desenvuelves tan bien sin mí y ni siquiera te percatas de todo lo que está pasando por mi mente. ¡Es injusto, maldito!
Observo otras parejas y admiro (o envidio) cómo se relacionan, cómo se admiran, se defienden uno al otro, su complicidad... justo lo que tú y yo no tenemos. No sé si alguna vez la tuvimos, pero sabes que no podíamos estar uno sin el otro. ¡Cuánta pasión la nuestra! Amo hasta a tu perro y los cuatro gatos que me trajiste, cabrón.
Pero ahora, aunque cada vez me expreso menos, siempre dudas de mi palabra, me llevas la contraria o entiendes cosas distintas a las que dije. Constantemente, he llegado a dudar si yo no me manifiesto bien o es que tú no me escuchas. En conclusión, me siento inadecuada y poco interesante para ti. Ni hablar cuando haces comentarios vulgares junto a tus amigos, sin importar si estoy presente o no, o cuando me haces el amor, que lloro; pero ya ni te molestas en abrazarme ni besarme.
Agonizo, porque anhelo todo lo bueno del mundo junto a ti. Se me estruja el alma cada vez que me enfatizas que no disfrutas estar conmigo, pero la pasas espectacular junto a tus amigos o cualquier desconocido... o desconocida. He llegado a odiarme a mí misma por no tener la fortaleza de dejarte.
Te he sido tan leal durante tantos años, que he creado mucho resentimiento, pues nuestra relación no era la perfecta, pero podría jurar ante Dios que te amo todavía, y tanto amor me está consumiendo en vida. Tal vez si pudieras mirar dentro de mi alma, comprenderías.. incluso, ¡me amarías!
Ya no sé qué hacer, pero cada día espero que sea el último. Ni siquiera me reconozco a mí misma. Me siento moribunda. De mis 16,075 días de vida, te he amado durante 4,470 días. ¿Qué parará de contar primero? ¿Los días que sigo viviendo o los días que te sigo amando? Y mientras tanto, sigo aquí en este letargo mío, todos los días.
me siento tan identificada :(
ResponderEliminarPues qué bueno que hice esta entrada, pues es bueno identificarse y hasta exteriorizar un poco, llorar un poco. Pero siempre es bueno también pedir ayuda profesional para poder expresarse uno, pues el sufrimiento nos puede enfermar.
EliminarQuedo a tus órdenes en confianza. Un abrazo.
Las penas de amor deben ser horrible, tengo amigas que han sufrido eso y me imagino que debe ser como morir. Lo de pedir ayuda es primordial y siempre se puede superar todo porque el amor propio es mas fuerte. La perdida es un proceso inevitable pero es cosa de tiempo
ResponderEliminarYo pase algo asi y lo termine, no fueron los comentarios inadecuados, pero la soledad de estar a su lado me estaba matando
ResponderEliminarAnónimo: Deja que leas un próximo blog que será publicado aquí, en Be Bloggera. Trata sobre la soledad estando a su lado... la frialdad de los últimos días. Espero que te identifiques, pendiente a mis blogs, "Lovaholic".
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