Ahora que ya no estás, sólo me queda: tu recuerdo, algunas pertenencias abandonadas y otras que esperas recuperar. He repasado miles de veces todos mis errores, los tuyos, cada discusión, por qué me molesté, por qué te molestaste, qué me criticabas tú, qué te criticaba yo.
Ahora que ya no estás, he intentado ir al fondo del porqué te alejaste emocionalmente de mí para encontrar la causa real de nuestros conflictos. Ahora que ya no estás, me percato que hubo ciertas señales de las cuales no me percaté y no reaccioné. Una de ellas era la nostalgia de tu mirada. Esa mirada larga y callada que me dabas.
Ahora que ya no estás, pagaría por saber qué ocupaba tus pensamientos en aquellos momentos, que bien podrían traducirse en: odio, cansancio o el fastidio que te provocaba yo. Quizás estabas imaginando estar en otro lugar y con otra persona. O tal vez, pensabas en lo que pudo haber sido y no fue, y nunca iba a ser... Sólo que yo aún no lo sabía y tú ya saboreabas esa posibilidad.
Ahora que ya no estás, recordé que nunca estábamos de acuerdo, ya no podíamos solucionar conflictos en su debido momento, no me tenías tolerancia. Ahora que ya no estás, es que me percato de que no querías poner de tu parte cuando yo me equivocaba, y recalcabas mis defectos para reforzar tu nueva hipótesis de que: "nos amábamos, pero no podíamos vivir juntos".
Ahora que ya no estás, es que comprendo que la diferencia eran tus ganas y tu disposición. Cuando más hundido estuviste, no estuve juzgándote cada vez que no fuiste sensato. Ahora que no estás, recordé también que, anteriormente, yo tampoco reaccioné coherente, pero no parecía importarte. Me amabas.
Ahora que ya no estás, estoy segura de que la mejor decisión que tomé fue dejarte ir. Ahora recuerdo tu mirada y comprendo que eso querías, que fuera yo quien tomara decisiones para tú sentirte menos culpable.
Ahora que ya no estás, sólo me queda el silencio de tu voz, de tus malos juicios, de tu ingratitud, tus mentiras, tus engaños y tu extraña superficialidad. Sólo me queda el recuerdo de ese "nuevo hombre" que vivió conmigo durante estos últimos días.
Ahora que ya no estás, sólo me queda el grato recuerdo de aquel hombre que conocí en una fiesta de Halloween del año '99. Con el que, irónicamente, viví un disfraz durante este último par de años, cuando empecé a notar esa nostalgia en tu mirada.
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