Hace 10 años cumplí 20, por fin 20 años. Miraba hacia el futuro y me asustaba creer que en 10 años cumpliría 30. Pensaba para mí misma que para esa edad habían muchas cosas que debería tener cumplidas, tener un bebé, independizarme, etc. Hoy ya tengo 30 años y mirando hacia atrás me doy cuenta que todo ha sido muy distinto a como me lo imaginaba.
A los 20 a mi parecer uno todavía tiene una mentalidad adolescente, por lo menos así me sentía. No existían grandes preocupaciones más que elegir bien una carrera y pasar todos los ramos. Habían más libertades para pensar en cualquier cosa y dedicarse casi a tiempo completo a las amistades. El tiempo pasó y después de los 25 uno comienza a mirar con un poco más de preocupación el propio proyecto de vida. ¿Hacia dónde voy? ¿Qué quiero? ¿Qué me gustaría?
Mi vida ha dado muchas vueltas, tantas que no seguí el prototipo de la sociedad. Me titulé a los 27 años y actualmente estoy pasando por el primer trabajo estable. En este momento me pillaron los 30. Aún viviendo con mis papás, en una relación estable de 6 años, recién comenzando la independencia económica y aun sin planes de maternidad. Comparo mi hoy con la imagen de 30 que a los 20 proyecté y es completamente diferente.
Hoy con más madurez me siento tranquila, no me acompleja que no se hayan cumplido las expectativas de mi yo de 20 años. Hoy soy consciente que vivimos un gran cambio social y generacional, partiendo porque la esperanza de vida ha cambiado harto junto con las prioridades y condiciones en las que estamos.
Por esta misma razón miro a la proyección de 40 años de mi misma y la declaro libre de cualquier expectativa. La miro sin miedo y de forma liberadora. Hoy tengo 30 y no pasó nada. No me asusté, no lloré, no me enrabié y no me paralicé. Soy yo misma, la misma que hace 10 años pero con más enseñanzas aprendidas. Sigo en el hoy y me libero de cualquier expectativa normativa.
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